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V. Gijón

De la Serna y la herencia envenenada

viernes 07 de noviembre de 2008, 16:35h
No es por disculpar al actual alcalde de Santander, Iñigo de la Serna, que tiene su parte de responsabilidad, entre otras razones porque forma parte del mismo partido, el PP, que gobierna en la capital de Cantabria desde 1979, pero lo que está ocurriendo, los problemas que afloran, son el resultado de 30 años de meter la basura bajo la alfombra.
No es por disculpar al actual alcalde de Santander, Iñigo de la Serna, que tiene su parte de responsabilidad, entre otras razones porque forma parte del mismo partido, el PP, que gobierna en la capital de Cantabria desde 1979, pero lo que está ocurriendo, los problemas que afloran, son el resultado de 30 años de meter la basura bajo la alfombra.

Y ya no cabe más y se desborda y los problemas crecen y crecen. Es la herencia envenenada de los doce años durante lo cuales Gonzalo Piñeiro gobernó el municipio mirando sólo por sus intereses, particulares y de partido, pero jamás pensando en los santanderinos. Hubo alcaldes anteriores que, incluso aplicando métodos más que discutibles, dejaron su impronta en la ciudad. Piñeiro sólo nos ha legado problemas y un endeudamiento galopante a pesar de los importantes beneficios obtenidos por la venta del SEMAS.

En el año y medio transcurrido desde que De la Serna llegara a la alcaldía de Santander se ha descubierto un desfalco millonario en Mercasantander, con implicación, por omisión de la vigilancia debida, de un ex consejero del PP, recolocado al frente de la empresa de comercialización de productos alimentarios tras quedarse sin coche oficial. En el Cabildo de Arriba, abandonado a su suerte por el anterior alcalde, los edificios comenzaron a caerse como un castillo de naipes, y, lo que es más grave, cobrándose vidas humanas.

Y amigos y correligionarios del anterior alcalde, con obras concedidas en el municipio, presentan suspensión de pagos, dejando el aparcamiento de Tetuán a medio hacer. Y en Tetuán lo que comenzó como un accidente doméstico --la explosión de una caldera-- se convierte en un siniestro de grandes proporciones que a punto estuvo de acabar con uno de los pocos barrios históricos de la ciudad que ha sobrevivido a la piqueta.

Finalmente, las empresas a las que el anterior equipo de Gobierno municipal confió la tarea de levantar las nuevas instalaciones para bomberos, talleres y cocheras del TUS, paraliza, por su cuenta y sin avisar, las obras, por la, argumentan, imposibilidad de negociar unas nuevas condiciones en el contrato en su día firmado y que, por otra parte, está cuestionado ante los tribunales por un competidor, Ascan, que de momento ya tienen una primera sentencia a su favor.

La construcción de las nuevas dependencias municipales en Ojaiz con cargo a los beneficios a obtener de la construcción de viviendas libres en los terrenos de Cajo, donde se hacinan actualmente bomberos y cocheras de autobuses, parecía inicialmente un buen negocio cuando se firmó la permuta hace dos años, pero ahora puede ser una ruina. Y, además, está la suspensión de pagos de una de las dos constructoras que lograron como UTE ganar el concurso para realizar la obra. Pero que sean problemas heredados no exime al alcalde de enfrentarse a ellos, aunque si quiere, que no parece que quiera, podría explicar de que polvos vienen los actuales lodos y estaría en su derecho.
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