En general, son más bien positivas las críticas que incluso la magistratura ha realizado sobre la labor hasta ahora del presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez, en el juicio por el 11-M.
Sin embargo, desde sectores judiciales ‘amigos’ se le ha hecho llegar el mensaje de que ofrece una imagen demasiado inflexible y que, acaso, sería bueno que visionara las cintas para corregir errores. Le achacan cosas como que interrumpe a los abogados, o que les abronca demasiado o que son demasiadas las preguntas que considera impertinentes y, sobre todo, la forma de decirle.
Alguna de estas críticas ha hecho mella en Gómez Bermúdez, quien, de hecho, es evidente que ha realizado un verdadero esfuerzo para controlarse, incluso para no actuar como ‘estrella mediática’, algo muy difícil en un juicio de esta envergadura.