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Alberto Corazón: Plaza Mayor y otras obras conceptuales de los años 70

viernes 17 de abril de 2009, 10:48h
Si la fotografía es arte o documento es un debate que arrastramos desde la historia de los tiempos; es decir, desde que Daguerre fijó la imagen se lanzaron a la calle miles de aventureros para atrapar el mundo con sus cajas de madera. El conocimiento científico surge también del debate, siempre que seamos capaces de poner punto y seguido cuando corresponde. Esta es una de las conclusiones obtenidas en la visita a la exposición de Alberto Corazón; eliminemos pues la disyuntiva “o” para colocar en su lugar la copulativa “y”; es decir que en “Plaza Mayor y otras obras conceptuales de los años 70” confluyen arte y documento.
El Museo Municipal de Arte Contemporáneo recupera una exposición de los años setenta, una muestra sobre el arte conceptual que, sorprendentemente, no solo no ha perdido vigencia sino que se nos antoja más actual que nunca porque el objeto y el método han sido y están siendo copiados hasta la saciedad. Los esquemas se repiten hoy en casi todas las muestras.

Nuestra mirada hacia el pasado nos ayuda a entender muchos de los conceptos que entonces no asimilamos. Deberíamos hacer este juego con frecuencia: “Volver a ver lo visto”. En las relecturas es cuando más se aprende, también cuando más se reflexiona porque tenemos referentes y una cronología que nos advierte lo que ha sucedido. Es decir que podemos comparar, no solo con las obras de entonces sino con las de hoy. En las miradas reposadas, comparativas, encontramos las huellas escondidas, recortamos o los flecos o abrimos otras puertas.

Alberto Corazón hizo con Plaza Mayor un ejercicio conceptual. Se preguntó por el sentido del espacio y buscó la respuesta en los comportamientos del individuo, en sus pautas de conducta. Colocó la cámara en el lugar de los ojos y fue recogiendo las actitudes. Decía que este método de trabajo ha sido copiado, pero también el objetivo, el fin. Ya es habitual que cada exposición artística incluya el video en el que cámara actúa como el “gran hermano”, dejando que todo cuanto fluye o vive quede grabado en los soportes digitales, entonces analógicos.

El significado de los espacios, su función, siempre me ha parecido un enigma. Creo que cuando se inventaron los primeros lugares de encuentro lo tenían mucho más claro que hoy. En cualquier caso, el trabajo de Alberto Corazón fue mucho más allá porque pretendía explicar la comprensión de la realidad, su construcción, a través de las miradas analógicas. Así lo escribe: “Todo lo que aprendemos lo hacemos a través de analogías”. Esto quiere decir que tenemos en la cabeza una especie de buscador que relaciona cosas distintas por semejanza, y que cuando pulsamos el enter se producen los cruces correspondientes hasta mostrar los resultados.

Claro que previamente hemos tenido que introducir las palabras clave, los códigos, y no siempre estos elementos coinciden porque nuestros sistemas operativos son distintos e incluso incompatibles. A veces es tan simple como dedicarse a observar y no tratar de comprender. De la observación y la contemplación (de esto saben mucho los monjes) surge la sabiduría y algunos hasta alcanzan el éxtasis.

Lo curioso de la exposición es que tiene vigencia, que podría presentarse como actual en lugar de cómo retrospectiva, porque Alberto Corazón se pregunta acerca de la relación entre la imagen artística y la imagen mediática; es decir que se cuestiona el tema con el que abro este texto: ¿arte o documento?

Esta muestra es una prueba de la que la fotografía es una herramienta para conseguir ambas cosas. De todas formas, el empeño por conocer el sexo de los ángeles o el peso del alma solo genera literatura, y aunque la literatura sea una de las bellas artes no tiene respuesta para todo. Tampoco la pintura, ni el cine, ni la música… Basta, insisto, con mirar, con dejar que los conceptos salten de la imagen para invadir nuestras neuronas. 

Además de Plaza Mayor, en el capítulo “Otras obras conceptuales de los años 70”, se incluye el proyecto Documentos. Aire, fuego, tierra y agua, fechado en 1972. Casi cuarenta años separan aquella idea del momento en el que me detengo ante las fotografías. Y entonces Alberto Corazón nos descubre el secreto, porque traza la línea divisoria entre la foto digital y la analógica. Pero no lo hace hoy, sino que lo hizo entonces: “Fotografía. Revelo el carrete forzando los tiempos, copio sobre el papel deteniendo el proceso de aparición de la imagen en la cubeta cuando lo creo oportuno. A veces copio sobre película que positivo.

Hay tantos pasos en los que tomo decisiones… que cada una de estas imágenes es irrepetible”. Después de los procesos, se preguntó Corazón: ¿Cuál es el original? Y ya entonces, como indico sobre el eterno debate entre arte y documento, sabía que son preguntas sin sentido porque cada reproducción fotográfica tenía una vibración única.

Una cuestión. Si todo esto lo sabíamos, si era permitido e incluso practicado por todos y cada uno de los fotógrafos, si esto no presuponía manipulación o (re)-creación, si nadie se escandalizaba por ello, por qué ahora sí. Las herramientas lo permiten y la tentación es grande, antes lo permitían las cubetas, los líquidos, las exposiciones, los tapados y los encuadres.

En cuanto a la soledad en que se encuentra el visitante cuando recorre los espacios, sería también digna de grabación. ¿Qué decir? No sólo en esta exposición sino en muchas otras. Insisto, como tantas otras veces, que nada existe si no ha pasado por el filtro de la televisión. Se escribirán miles de páginas, la red hará de puente, el boca a boca hará milagros, pero si la noticia o la información no llega desde la caja (analógica o digital) jamás sabremos que Madrid tiene un Museo de Arte Contemporáneo.

Juan Miguel Sánchez Vigil
Universidad Complutense de Madrid

Lugar: Museo Municipal de Arte Contemporanéo. C/ Conde Duque, 9 y 11. 28015 Madrid
Fecha: Hasta el 15 de mayo de 2009
Horario: De martes a sábados de 10.00 a 14.00h y de 17.30 a 9.00 h. Domingos y festivos de 10.30 a 14.30 h
Enlace: Alberto Corazón
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