Woody Allen, Martin Scorsese, David Lynch, Costa Gavras, Patrice Chéreau, Jean Jacques Anneau, Almodóvar…tienen algo en común: son magníficos directores de cine (a veces han pinchado, pero ¿quién no lo hace?) Y ahora, además, se han unido en una causa común: pedir la libertad de otro grande de su gremio, Roman Polanski que, como ya sabrán ustedes, permanece detenido en Zurich por un delito cometido hace 30 años en California.
Iré por partes porque me parece un tema espinoso éste. No estoy a favor de que algunos delitos prescriban. Entre ellos, los de terrorismo, pederastia y asesinatos. Sí estoy en contra, sin embargo, de la cadena perpetua, pero, ya digo, a favor de que se cumplan las condenas.
Violar a una niña de trece años vaginal y analmente y obligarla a que haga una felación a un hombre es una salvajada, una humillación y un delito con mayúsculas que merece una pena y de las duras. Polanski cometió ese delito en 1978 en California, estado en el que no prescriben las penas de pederastia. El cineasta salió por patas del país norteamericano y nunca más volvió porque sabía que, de hacerlo, daría con sus huesos en la cárcel. Y ahí no se andan con bromas de amnistías (en Estados Unidos tienen mucho más claro que en la vieja Europa el sentido del derecho a pesar de ser nuevos en esto en comparación con nosotros...Grecia, Roma…ya saben).
Al no prescribir el delito sigue en pie la orden de búsqueda y captura y, por lo que se ve, al parecer en California, tienen acuerdos de extradición con algunos lugares del mundo, entre ellos con la siempre neutral Suiza, lugar dónde el cineasta puso un pie hace unos días para recoger un galardón y fue detenido. Parece ser que Polanski ha estado más veces en dicho país, (incluso tiene ahí una casa, en Gstaad) y nunca había pasado nada. Hasta ahora.
Y hasta aquí todo natural y normal en términos de noticia con la salvedad de que adquiere dimensión internacional por el sujeto que la protagoniza. Pero resulta que, toda esa terna de directores que he nombrado al principio, han pedido su libertad (en su derecho están) y han argumentado que esto no se le puede hacer a un cineasta como él. Y esto es lo que a mí me ha llamado poderosamente la atención.
Un pederasta es una persona enferma porque enfermedad es querer yacer con una niña de trece años con el agravante de que ella, además, dijo NO. Me importa muy poco quién sea el autor del delito. Así sea el mismísimo premio Nobel de matemáticas o un escritor con el que te deleitas en cada una de sus novelas. El genio o vena artística no te exime de ser un cerdo enfermo y de ser castigado por ello. Vaya que si eres asesino, chorizo o pederasta has de cumplir tu pena. La justicia, recuerden es (y debe ser) ciega. Y miramientos con Polanski porque sea director de cine…pues no. Mírenlo ustedes por dónde lo miren. Visualicen en su mente ahora mismo cualquier niña que conozcan de su entorno que tenga 13 años e imagínensela siendo violada por un hombre adulto. Y saquen ustedes sus propias conclusiones.
¿Que es una faena que después de 30 años acabe entre rejas? Yo lo llamaría un acto de justicia. Él sabía que tarde o temprano esto podía suceder, de hecho, durante este tiempo se ha cuidado de pisar Estados Unidos. Ahora tiene que pagar por ello…pues lo siento en el alma pero si yo soy esa niña o la madre de ésta, estaría muy contenta (aunque parece ser que la víctima lo perdonó e incluso pidió que la Corte anulara el proceso).
Señores cineastas que han pedido su libertad: su genio no les concede inmunidad ni les hace ser diferente del resto de los mortales. De hecho ustedes también lo son. Aquí todos somos iguales y si el señor Polanski hubiera violado a una de sus hijas, puede que pensaran ustedes de otra manera.