José María Aznar, el ex presidente del dedito, de la higa y de la peineta, ha afirmado en la Universidad de Oviedo que José Luis Rodríguez Zapatero “no reúne condiciones para ser presidente”; que “un pirómano no puede ser el jefe de los bomberos”; que “un gran equipo de bomberos limpie España de los escombros dejados por un Gobierno que ha fundido este país”; que “estos señores que hoy nos gobiernan no tienen autoridad moral ninguna para decir a los demás, que vamos a ser la mayoría, cómo vamos a recoger y reconstruir todos los escombros” o que “quien está ahora al frente del Gobierno de España ni tenía ni tiene condiciones para ser presidente del Gobierno"…
Para su ex portavoz y ex sexcretario de estado de Comunicación en La Moncloa Miguel Angel Rodríguez, el gesto de su admirado presidente le depara una humorada que le define en su faceta más repugnantemente machista, al escribir ayer mismo que “si la foto fuera para el manual de excitación de clítoris de la ministra Aído, nadie diría nada”. Para Rajoy, González Pons, Esperanza Aguirre y otros santones del PP… la mejor defensa de su jefe máximo ha sido un atemorizado silencio cómplice. Para la mayor parte de los medios de comunicación del país, el gesto obsceno del ex presidente ha resultado cuando menos indigno de alguien que haya gobernado esta nación durante dos legislaturas. Para algunos, Aznar ha entrado ya en la fase de la “berlusconización”.
La chulería de Aznar ha entrado ya en la historia. Como cuando defendió –en estado etílico comatoso- el vino frente a las normas del tráfico; cuando introdujo un bolígrafo en el escote de una periodista que le pedía un autógrafo; cuando manifestó con cara de cemento que las armas de destrucción masiva de Irak eran verdad; y, por no citar más que algún ejemplo, cuando el jueves en la Universidad de Oviedo hizo el gesto del que ya habla toda España. El dedo de Aznar y la alusión a la madre de un correligionario, por parte de Esperanza Aguirre (que aspira indisimuladamente a gobernar España) han entrado ya en nuestra historia universal de la infamia. Lo que dijo Aznar mientras estiraba el dedito corazón en respuesta a los gritos de los estudiantes asturianos pone en evidencia su vanidad y sus ambiciones, al igual que pudiera haberlo dicho la presidenta de Madrid: “¡Es que algunos no pueden vivir sin mí!”.
Este hombre del bigote pasará a la Historia, no sólo por las mentiras de Irak y del 11-M, por su teoría acerca del vino y su conducta con algunas mujeres, por su desprecio insultante hacia el actual presidente de todos los españoles. También por lo que ha dejado escrito o dicho a lo largo de toda su vida. Aznar es quien un día se preguntó: “¿Qué tiene que ver el Parlamento con la calle?” El que denostó un día al presidente de la Generalitat diciendo: “Pujol es el responsable de la grave crisis política, moral y económica que afecta a España”, y un año después (ya gobernando el país) afirmó: “Pujol es una persona con alto sentido de la responsabilidad”. Aznar es ese hombre que mientras gobernaba confesó: “"Me encanta inspirarme en el silencio, como Leonardo da Vinci. Leonardo amaba el silencio, y los resultados de su silencio fueron maravillosos. Y que cuando dejó de gobernar se olvidó de Leonardo de la forma que todos estamos comprobando día tras día. Este Aznar es el mismo que dijo en 1998: “Augusto Pinochet me parece un personaje que pertenece a la Historia de Chile y a su modelo de transición política”. Es también el mismo que un día declaró a ese diario anglosajón que tanto le ama, el Financial Times: “Yo solo confío en mi mismo”. O al The Wall Street Journal: “Yo soy el milagro”.
¡Líbrenos Dios de este milagro! ¡Líbrenos Dios de este dedito!