El mensaje del presidente Santos

Podría parecer innecesario en la titulación del artículo anteponer la palabra "presidente" al nombre del nuevo mandatario colombiano, Juan Manuel Santos Calderón. Y, sin embargo, es necesario, por las diferencias en el discurso y en las primeras acciones entre el ministro del anterior Gobierno y el actual presidente de la República.



Comenzando por la política exterior, la diferencia más sensible en relación al ex presidente Álvaro Uribe Vélez fue la de dejar de privilegiar la relación de Colombia con los EEUU. En el discurso de posesión de Santos Calderón, no hubo ninguna mención del gran país del norte, el "polo" hacia el que ha mirado y se ha conducido durante casi un siglo la nación sudamericana. Por parte de Washington, la presencia oficial fue más bien austera: los embajadores saliente y el entrante en Colombia. Si no era dable esperar por cuestiones de agenda (?) la presencia de la secretaria de Estado Hillary Clinton en un momento tan simbólico como el relevo del ex presidente Uribe, por lo menos era factible la del secretario de Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado, Arturo Valenzuela. Ciertamente, la secretaria de Estado había estado de visita oficial pocos meses atrás en Colombia; la acompañó su marido, el ex presidente Clinton, quien fue el impulsador del Plan Colombia. Tampoco hay que pensar, por supuesto, en un alejamiento con los EEUU. Pero lo sucedido mostraría que la agenda de política exterior colombiana ha cambiado para abrir espacios de importancia a la relación con sus vecinos, Venezuela y el Ecuador, y, por ende, con los demás países sudamericanos. Lo que se sintoniza con la actual política exterior del presidente Obama, que privilegia también el multilateralismo.



Por ello, en su discurso, el presidente colombiano aceptó la diversidad ideológica de los Gobiernos sudamericanos. "Queremos vivir en paz con todos nuestros vecinos. Los respetaremos para que nos respeten". La consecuencia fue obvia: "El respeto, la cooperación y la diplomacia serán los ejes de nuestras relaciones internacionales".



Que equivale, en términos de política nacional, a la tolerancia, el respeto de las diferencias y de las minorías políticas, de la independencia de los poderes del Estado, de una prensa libre -"con la cual he estado comprometido toda mi vida"- como características fundamentales de la democracia vigorosa que el nuevo Gobierno persigue.



La otra diferencia con su antecesor es la que podríamos llamar en breve el paso de la seguridad democrática a la prosperidad democrática. Desde las reglas de juego de la democracia liberal y de la economía de libre mercado, Santos apostó, en clara diferencia con los Gobiernos estatistas de la región, por un crecimiento económico con equidad social y respeto al medioambiente: "Vamos a defender al campesino colombiano, vamos a convertirlo en empresario, con tecnología y créditos, para hacer de cada campesino un próspero Juan Valdez". Esta es su apuesta más importante y de mayores consecuencias para el futuro de la región.

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