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ONGs y activistas

ONGs y activistas

lunes 30 de agosto de 2010, 03:28h

El Gobierno dice que quiere poner orden en la discreccionalidad de las ONGs a la hora de decidir los destinatarios de los programas de ayuda al desarrollo como un modo de evitar que los cooperantes sean una pieza apetecible para terroristas, contrabandistas y chantajistas del África sahariana.

El final del secuestro y el modo como se consiguió la liberación de los cooperantes de Barcelona Solidària -el gobierno tiene toda la información sobre cómo se ha logrado- han alertado sobre los riesgos de los aventureros voluntarios. Como nadie garantiza su seguridad, ni siquiera los gobiernos de los países receptores de esta ayuda desinteresada, la Administración quiere reservarse la exclusiva de esta prodigalidad. ¿Para qué consentir que uno se juegue el tipo llevando víveres, mantas, material sanitario y escolar, depuradoras de agua o módulos prefabricados, si para eso está Cooperación Española? O su homónima de la Generalitat de Catalunya. Se critica la parafernalia de algunas ONGs y se obvia la cartelería de que hace gala España cuando aterriza en lugares de emergencia o en los países en vías de desarrollo.

Bien estará que se acote una quizás excesiva dispersión de esfuerzos privados y voluntaristas, pero no creo que sea conveniente monopolizar la ayuda en las instancias oficiales. Entre otras cosas porque cuando se canaliza a través de los gobiernos de destino muchas veces se pierde por el camino. ¿Impuesto revolucionario a modo de mordida de los intermediarios que dejan expeditas las vías conflictivas?

Quiero referirme a otro episodio que debiera preocupar también a los responsables de Exteriores. Si el Gobierno quiere poner normas a las actuaciones en materia de cooperación internacional quizás también se debiera ocupar del activismo militante en causas a veces no concordantes con la política exterior del país. Los jóvenes y no tan jóvenes que penetran en Gaza, que se enrolan en los barcos que quieren romper el cerco de Israel o que se solidarizan con Sáhara en plena resaca del chispazo diplomático con Marruecos ponen en un brete a las autoridades. A veces en el peor momento.

Cuando los cooperantes han sido secuestrados, el Gobierno ha tenido que ocuparse de traerlos a casa sanos y salvos. Cuando unos espontáneos se han colado en el Sáhara en contra de la política marroquí, el mismo gobierno ha tenido que interceder para que Rabat los soltara.

No podemos pasarnos el día pidiendo favores. Ni a los aliados ni a los rivales.

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