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“¡Es la economía, tonto!”

“¡Es la economía, tonto!”

sábado 09 de octubre de 2010, 16:42h

La famosa frase tantas veces citada, que lanzó Clinton a su contrincante electoral en las elecciones presidenciales norteamericanas, resulta de plena actualidad en esta hora difícil de España, cuando todo aparece ocupado por las pequeñas estrategias políticas de los partidos en torno a la ocupación y disfrute del poder, sin atención suficiente ni programas sólidos y esperanzadores para lo que de verdad importa, que es la recuperación económica del país y por tanto, la expansión del empleo y el aseguramiento del nivel y calidad de vida de los ciudadanos. Se mueven fichas y ambiciones para este cada vez más cercano año 2011, en el que con toda probabilidad cambiará, y no sólo en aspectos menores, el mapa político de España, desde luego en los ámbitos autonómicos y no es improbable que también en el ámbito nacional. Es natural que los partidos menores, como la UPyD de Rosa Díaz, aspiren a abrirse hueco y cobrar visibilidad, pero ciertamente, lo mismo en Madrid que en todas las otras autonomías, la batalla de fondo se libra entre los dos grandes partidos de ámbito estatal, PP y PSOE.

En el caso de Madrid hay pocas dudas de que Esperanza Aguirre muy probablemente mantendrá la mayoría, desde luego por sus propios méritos, que los tiene y se le reconocen, pero también con la inestimable ayuda de la impopularidad creciente de Rodríguez Zapatero en la Comunidad, que lastra las posibilidades incluso de quien, como el muy popular entre sus bases Tomás Gómez, siendo del PSOE, ha conseguido ganar las primarias contra la expresa voluntad del todavía líder socialista y presidente del Gobierno. En la Comunidad de Madrid, el “voto contra” Rodríguez Zapatero es casi políticamente transversal. Conocedores en Ferraz de que ni siquiera el brillante vencedor “contra Zapatero” de las primarias socialistas en Madrid, Tomás Gómez, tiene claras posibilidades de arrebatar la Comunidad al PP, asumido ya que CiU, con el sólido bloque sin fisuras que forman el nacionalista liberal Arthur Mas y el nacionalista democristiano Durán i Lleida, recuperará holgadamente el poder en Catalunya, y ante la evidencia de que Alberto Núñez Feijoo se muestra crecientemente imbatible en Galicia y que en el País Vasco gana seguidores la postura de Josu Jon Imaz, los estrategas del PSOE han decidido mantener o recuperar posiciones no sólo en sus tradicionales feudos de Andalucía y Extremadura, sino también en otras Comunidades en las que consideran posible generar importantes deslizamientos de voto.

Se sabe también que en Ferraz estudian cada vez mayor interés las posibilidades de ofrecer al nacionalismo dominante en Canarias un cambio de alianzas que pudiera ser atractivo, y para el que se dice que, bajo supervisión directa del propio José Blanco, se prepara una importante oferta de seguridades e inversiones para un relanzamiento que pudiera ser espectacular de la economía del Archipiélago. La nutrida y vistosa presencia de altos dirigentes del PSOE y de muy relevantes líderes empresariales y financieros, en la reciente comparecencia del presidente Paulino Rivero en el madrileño Forum Europa no pasó desapercibida a los observadores de la capital, donde por cierto el actual presidente de Canarias goza de excelente valoración tanto en los ambientes políticos como en los periodísticos.

Las señales que llegan desde los centros europeos de decisión, sobre todo económicos pero en los últimos tiempos también políticos, son de algo más que seria inquietud por los riesgos que para el conjunto de la UE pudiera llegar a suponer el desmoronamiento de una economía de primer nivel como es la española. Esto no es Grecia ni Irlanda, sino un país de muy primer nivel económico, y las consecuencias de un “crash” español serían muy difíciles de digerir y controlar. La ya inocultable incapacidad del Gobierno de Rodríguez Zapatero para diseñar y plantear algo parecido a un auténtico plan económico frente a la crisis auguran desde luego negros horizontes dentro de España, pero con muy graves incidencias en el conjunto de
la Unión.

En estas circunstancias, sorprende aún más, dentro y fuera de España, la rara pasividad del partido que tiene, por mandato de los electores, la mayor responsabilidad de la oposición. Los analistas demoscópicos independientes coinciden, con rara unanimidad, en que la opinión pública española reclama una mano nueva al timón de La Moncloa, pero conviene insistir en la advertencia de que, en política, la fruta madura no cae por sí sola del árbol, si no es debidamente vareada. Se ha llegado al punto en el que Génova no puede seguir posponiendo el ofrecimiento de una alternativa creíble y precisa al actual desgobierno, y sobre todo, una alternativa de programa económico que pueda ser pactada en sus detalles con todas las minorías nacionalistas, las de Catalunya, Euskadi preferentemente, por supuesto, pero también con las de las restantes Comunidades autónomas del Estado.

Es inevitable recordar una vez más que España no es ni debe ser otra cosa que el conjunto de los españoles de todas las Comunidades del Estado, unidos, como la vigente Constitución de 1978 proclamó, en la voluntad de promover el progreso de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida. Este propósito fundacional expreso de nuestra democracia está siendo traicionado, por primera vez desde aquel año, por el actual Gobierno presidido por Rodríguez Zapatero, de manera que el relevo en La Moncloa ha dejado de ser un debate de ideologías para convertirse en una cuestión de salvación nacional, lo que exige que el principal partido de la oposición salga de un raro ensimismamiento que es ya cómplice pasividad. Ha llegado el momento de que, como en los años de la transición, alguien convoque a todos a posponer las diferencias y querellas de partidos en aras de un gran programa concertado para la salvación y recuperación de la economía española. Ello acentúa la responsabilidad del principal partido de la oposición, único que puede promover y aunar a todas las fuerzas políticas en la exigencia de esas elecciones generales anticipadas que España merece y necesita y cuya convocatoria es ya un clamor generalizado de la ciudadanía. Así están las cosas. 

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