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Transiciones árabes: las dudas de la coalición occidental

Transiciones árabes: las dudas de la coalición occidental

lunes 28 de marzo de 2011, 15:41h
Vivíamos en un mundo en que cada medio siglo se decía a los ciudadanos que la etapa anterior había sido un error y que había que comenzar de casi cero. Después de la segunda guerra mundial los periodos para considerar una etapa anterior como errónea se acortaron. En el presente las etapas en que todo lo anterior parece haber sido un error se han acortado considerablemente. Ahora, a veces, la confianza en las opciones de un estado duran lo que una legislatura, si es que en el transcurso de esa legislatura no surge una oposición fuerte que convenza al electorado de que el rumbo que se sigue es desacertado. Resulta curioso que los dos secretarios de Estado norteamericanos, Robert Gates (Defensa) y Hillary Clinton (Relaciones Exteriores) coincidan en público para decir que en Libia no está en juego ningún interés norteamericano. Pero si todos nos habíamos creído ya las Resoluciones 1970 y 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU en las que solo se habla de la necesidad, obligación en realidad desde que fuera consagrado en 2005 el “deber de proteger” por la Asamblea General, de acudir en socorro de poblaciones amenazadas de genocidio. Más curioso aún es ver que Hillary Clinton explica que a fin de cuentas puede que en Libia no esté en juego ningún interés vital de Estados Unidos pero si de los socios europeos. De cuáles,convendría preguntar porque Alemania se ha desmarcado esta vez claramente de sus socios europeos o al menos de Francia que es el país que más ha insistido en esta “misión humanitaria” en Libia. Tanto, que parece como si el eje franco-alemán, que tan importante ha sido y es en la construcción de Europa, se estuviese convirtiendo en un eje franco-británico al menos para cuestiones militares. Las razones de Alemania para no participar en esta guerra humanitaria –si es que existen guerras humanitarias- contra el régimen de Gaddafi fueron muy claramente expuestas por el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle, en una entrevista al semanario Der Spiegel. “Después de examinar todas las repercusiones de una misión militar, sus incertidumbres que podía llegar hasta desplegar tropas de tierra y mantener una presencia militar durante años, llegué a la conclusión de que Alemania no participase con tropas por muy honorables que fueran las motivaciones de nuestros socios que decidieron de forma diferente” decía Westerwelle. El ministro alemán parecía pues creer lo que al menos los especialistas militares creen desde el inicio de la guerra de Libia independientemente de la justificación de la intervención: que no será posible cumplir los objetivos de la intervención, que por otra parte no están claros porque para unos se limitan a proteger a la población civil y para otros en lograr que el clan Gaddafi se marche como lo hicieron Hosni Mubarak y Ben Alí, porque en algún momento van a necesitar de una intervención por tierra y una presencia militar prolongada, como decía el ministro de Exteriores alemán. Hasta  donde sé, Estados Unidos debería encontrarse al menos moralmente vinculado por estas “primaveras” que florecen con fuerza en todo el mundo árabe. La democratización del mundo árabe era una opción preferente de la anterior presidencia de George Bush, que preconizaba un mundo árabe democrático del Golfo al Océano. Lo ha sido también desde el inicio de la Presidencia de Barack Obama, que en sus discursos de junio en la Universidad de El Cairo y en Accra (Ghana) dejaba claro que Estados Unidos aboga por la democratización del mundo árabe. De hecho, la democratización árabe ha sido siempre vinculada con la posibilidad de llegar a una solución del conflicto árabe-israelí que, como algunos presidentes en el  poder, tiene ya sesenta y tres años de existencia. Qué ocurre ahora para que se produzca una rectificación del tiro tan rápida, si es que es eso lo que ocurre. A simple vista, como demuestra la intervención de Arabia Saudí en Bahrein, y las decididas oposiciones de Siria, Yemen y Libia y la que puede ser igual de radical en Argelia a las reformas, sugieren que la democratización no va a ser un “camino de rosas”. De hecho puede que en cierto modo conlleve algunos daños colaterales imprevistos por los thinktanks occidentales. Por ejemplo se teme que la apertura democrática que otorga derechos iguales a todos los componentes de la sociedad, pueda llevar al poder a algunos movimientos de los llamados integristas e islámicos. Soy consciente de que este argumento ha sido utilizado en las últimas décadas por los dictadores para mantener sus dictaduras y para reprimir la contestación social. Pero junto a eso está la realidad asimismo objetiva de que esos movimientos islamistas pueden reforzar las corrientes de ese tipo que Estados Unidos y Europa simbolizan en el estado islámico de Irán, que podría salir reforzado de esos cambios. Si esto fuera cierto y dada la división que existe en la coalición y entre los árabes y africanos a propósito de esa intervención, lo que en estos momentos estaría en juego para la coalición, Estados Unidos a la cabeza, es buscar una salida honorable y con algún resultado tangible con que justificarla ante sus pueblos. Para Estados Unidos se trata de traspasar la dirección de la guerra del Africom a la OTAN aunque en buena medida podríamos preguntarnos de qué manera el que sea la OTAN la que dirige la guerra no implica igualmente a Estados Unidos dada su preeminencia en esta organización militar aliada. Otros artículos de este autor: Lecturas recomendadas: La clase-Estado argelina 1962-2000 Libia, Siria, Yemen y Bahrein: Las difíciles transiciones árabes Mundo árabe: la transición es posible Intervención en Libia: La Unión europea puede derrotarse a sí misma Libia: tres batallas que la coalición debe ganar: militar, civil, y opinión pública Transiciones árabes: Marruecos cuenta con el apoyo de Occidente (1/2) Libia-Consejo de Seguridad: Por fin un espacio de exclusión aérea Transiciones árabes: Los obstáculos a las reformas en el Magreb II Transiciones árabes: Los obstáculos a las reformas árabes I El rey de Marruecos anuncia reformas constitucionales El enorme excedente financiero árabe, un posible instrumento de desarrollo Mundo árabe: transiciones inevitables, pero no garantizadas * Domingo del Pino es especialista en el mundo árabe, ex delegado de la Agencia EFE en Marruecos, ex corresponsal de El País para el Norte de Africa, fue miembro de la Euro Med and the Media Task Force de la Comisión Europea y, actualmente, es miembro del consejo editorial de la revista bilingüe Afkar/ideas; colaborador de Política Exterior y Economía Exterior; de la Revista Española de Defensa; y director del Aula de Cooperación Internacional de la Fundación Andaluza de Prensa.
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