Por una democracia real, ya
lunes 14 de mayo de 2012, 08:21h
Este
fin de semana los indignados se han hecho notar en las calles y plazas de
España, sobre todo en Madrid y Barcelona, celebrando así el primer aniversario
del 15-M, un movimiento que nació casi espontáneamente y que, un año después,
vuelve a exhibir su extraordinario poder de convocatoria.
No se le puede negar razón y motivos a
esta indignación popular. Es una clara protesta contra la crisis y contra los
numerosos pescadores de río revuelto que se están beneficiando de ella. Pero
con la indignación no se suprime el déficit, con la protesta no se amaina la
recesión. A los mercados nadie les ha votado, pero imponen sus reglas en un mundo
sometido a la ley de la oferta y la demanda y en una economía agobiada por las
deudas contraídas. Estamos pagando con fuertes intereses los despilfarros del
pasado, y no tenemos más remedio que hacerlo. Protestar por ello, es tan solo una
reivindicación del derecho al pataleo, pero no resuelve el problema, ni alivia
la situación.
Sin embargo, en este movimiento hay
otras reivindicaciones que no se refieren a la crisis económica y que deberían
ser escuchadas con atención, sobre todo las que exigen una democracia real, en
vez de una democracia secuestrada por el poder de los partidos políticos. La calle
le ha dicho bien claro a los políticos que
ya no siente representada por ellos, y es verdad, porque se preocupan más de
los intereses de su partido que de las exigencias de los votantes.
Mientras
los políticos continúen siendo esclavos del partido, y sigan atados a sus
consignas, el ciudadano tiene todo el derecho del mundo en manifestar su justa
cólera. La única solución a este inmenso
error no es otra que las listas abiertas. Se impone por tanto, un gran pacto de
estado entre los grandes partidos, una reforma de la ley electoral y la
implantación de listas abiertas. Estas reformas aplacarían las reivindicaciones
de muchos ciudadanos, castigados por la crisis económica, y olvidados por una
clase política que prefiere seguir resguardada en su torre de marfil.
Democracia
real ya!, gritan los indignados que han salido a la calle. Listas abiertas, ya! responden los indignados
que se han quedado en sus casas. Ya es
hora de los políticos escuchen este clamor y hagan caso de esta indignación.