lunes 11 de febrero de 2013, 10:29h
Un ansia de
regeneración surge en cada tiempo, cuando un viento fétido de corrupción y
desconfianza domina el ambiente. No se trata solo de salir de una crisis
económica por instinto de supervivencia, sino de superar un momento histórico
de depresión que afecta a lo que llaman metamercado. Se trata de una crisis
sistemática que pone en cuestión valores, instituciones y personas con síntomas
de fin de ciclo y menosprecio de los elementos positivos del presente que aún
son válidos. La realidad es que España necesita reformas políticas de fondo
pero, a la vez, que está en condiciones para rearmarse desde su propia
plataforma institucional y social. La autoregeneración es posible como acción
colectiva, pero esta hipotética acción necesita de un liderazgo que, por el
momento, permanece ausente. Los dirigentes de un rearme moral no pueden ser los
mismos que están embrollados, confusos o mancillados por una atmósfera viciada
que, con culpa o sin ella, no les permite respirar a pleno pulmón, expresarse
con voz clara y tomar decisiones enérgicas.
Para
oxigenar el ambiente no hacen falta gestos heroicos ni programas utópicos.
Modificar el sistema electoral no necesita, para empezar, otra cosa que
desbloquear las listas que presentan los partidos de forma que el elector pueda
expresar sus preferencias personales y no solo la línea ideológica, aunque los
partidos conserven su capacidad de oferta. Para limpiar las corrupciones
parásitas de los procesos electorales hay que partir de que las campañas son
operaciones de marketing cuyo resultado está condicionado por las inversiones
publicitarias, lo que provoca la tentación de levantar dinero a toda costa,
recurriendo a todo género de intermediarios sin escrúpulos. Limitar y controlar
con transparencia y sentido común las inversiones y las cajas de los partidos
políticos no parece tarea inabordable, aunque es evidente que hacerlo tarde y
con escasos medios, tal cual hoy se hace por el Tribunal de Cuentas, es como no
hacer nada. Hacer menos costosa y más operativa la administración pública
depende de la capacidad de reducir excesos de descentralización y reorganizar
la vida local y autonómica de la Nación, racionalizando las competencias de los
distintos órganos administrativos y la capacidad de inspección de los cuerpos
funcionariales del Estado. Acrecentar la seguridad jurídica y el imperio de las
normas es dotar de más diligencia, efectividad e independencia al poder
judicial. Hacer más eficaz al poder central depende de la capacidad de quienes
lo detentan para emplear sin miedo los instrumentos de autoridad y defensa del
Estado, impidiendo ejecutivamente todo conato de su ruptura o fragmentación.
Que todas
estas tareas exigen entrega y valentía no cabe duda. Pero, tampoco, son esfuerzos
colosales e inasequibles a una acción política normal, dentro de un sistema
democrático y sin alteraciones sustanciales de su Constitución o de sus
relaciones internacionales. Ninguna de estas líneas de rearme perjudicaría a la
solidaridad nacional, a la recuperación económica ni a los derechos sociales.
Una estrategia de mayor integración política y económica con mayor decencia en
la esfera pública no es una utopía sino un deber lógico. Rearmar las
instituciones, clarificar las conductas, escuchar a la sociedad civil y dar la
cara en el momento oportuno son exigencias mínimas para unos políticos fiables.
Pero, para empezar, hay que separar el grano de la paja. Lo que está claro es
que no se puede seguir anestesiando la pérdida de confianza con el recurso a la
lentitud de las instancias judiciales. La justicia sentenciará, en su día, pero
no limpia un presente que se está haciendo irrespirable. La limpieza es una
tarea ejecutiva de rearme moral no un lento ejercicio de jurisprudencia. La
justicia se ejerce sobre hechos probados no sobre sospechas, pero la política
debe ejercerse libre de sospechas para que un rearme moral sea efectivo en
tiempo presente.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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