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Penas y personas

Penas y personas

jueves 10 de octubre de 2013, 15:49h
Una parte importante de los españoles es partidaria de endurecer las penas de los delitos, de que los delincuentes "se pudran" en la cárcel. A casi nadie le importa cómo son o cómo deben ser sus condiciones de vida en la prisión. Son más los que prefieren que no tengan nada que los que defienden que un preso es una persona privada de libertad, pero de ningún otro derecho. Seguramente son más los que piensan que la mano dura es la mejor medicina que los que creen que las cárceles se hicieron para castigar a los delincuentes y proteger a la sociedad, pero también para la recuperación y la reinserción.


Mercedes Gallizo ha sido secretaria general de Instituciones Penitenciarias. Dos años después de dejar el cargo ha hecho un libro ("Penas y personas.2.810 días en las prisiones españolas". Debate.) en el que a través de 10.000 cartas personales remitidas desde la celda, hace balance de la realidad carcelaria.  


España es uno de los Estados con menor índice de criminalidad, pero dobla la media europea de reclusos. Hemos llegado a tener 166 presos por cada 100.000 habitantes en 84 centros saturados hasta reventar. Entre 1991 y 2009 el número de presos pasó de 40.000 a 76.000. Aunque hoy la situación es algo mejor, España es uno de los países con más mujeres encarceladas y con más jóvenes privados de libertad. Y también hay viejos que se pudren en las cárceles.


Cada Gobierno que ha llegado ha endurecido el Código Penal -más de 20 reformas en democracia-, pero la dureza creciente -ahora estamos en otro proceso de atornillamiento- no soluciona nada: dos de cada tres internos vuelven a delinquir al salir, ocho de cada diez encarcelados con veinte años volverán a estarlos cuatro veces más...Nuestro Código penal actual es más riguroso, más contundente con el delito y menos benevolente que la mayoría.


Las prisiones españolas son, además, un psiquiátrico sin psiquiatras y sin atención. Entre un 25 y un 40 por ciento de los internos padecen serios problemas psiquiátricos que no son tratados y que, por tanto, nunca se van a curar...


La cárcel está llena de delincuentes -hay bastantes fuera que no irán nunca a ella- que pertenecen a las capas más desfavorecidas y vulnerables. Para algunos,  la prisión es, a pesar de todo, mejor que la calle. Porque allí tienen comida, cama y atención sanitaria. Pero la mayor parte sale peor de lo que entró, con más heridas y con menos esperanzas.


La sociedad española ha vivido, vive de espaldas a la realidad carcelaria. Una realidad en la que algunas experiencias como los módulos de respeto, creados por Gallizo, o las casas donde las mujeres con hijos menores de tres años viven en un régimen de semilibertad, funcionan y dan esperanza. Si no creemos en la reinserción y ponemos medios para lograrla, cualquier endurecimiento de las leyes no servirá para nada y el futuro, como dice Gallizo, será como el pasado. Terrible.


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