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A golpe de protesta

A golpe de protesta

miércoles 04 de diciembre de 2013, 19:38h
Las oleadas de protestas populares van por temporadas y por distintas zonas del mundo. Es muy sano y saludable que las personas puedan manifestarse según les venga en gana y, siempre, respetando unas normas y los derechos de los demás. Bueno, esto último no siempre se produce; más bien al contrario, para que una protesta tenga la mayor repercusión y una gran influencia debe afectar al mayor número posible de personas de una manera muy relevante y causar un enorme malestar y cabreo que ponga nervioso al político correspondiente. 

Hay lugares como Madrid donde todos se han acostumbrado a las manifestaciones, sobre todo los políticos. Que se corte durante más de una hora la principal vía de la capital como es el Paseo de la Castellana con la calle Alcalá para que un número no superior a los cien o doscientos manifestantes, siendo generosos, ejerciten un derecho constitucional indiscutible, pudiendo gritar y protestar por la acera, pues resulta un tanto irritante para los que se ven perjudicados. El efecto suele ser el contrario porque el político no suele hacer ya ni caso y lo que se consigue habitualmente es un enemigo para la causa, seguramente la más justa del mundo. 

Si le tocara a uno tener que protestar para evitar despidos o peores condiciones laborales o cualquier otra lógica reivindicación, haría como los pilotos del SEPLA, ir a la huelga en vacaciones para tener la mayor repercusión posible y la mayor capacidad de éxito en la negociación. Es decir, fastidiar al mayor número disponible de ciudadanos, que están bastante peor que tú o casi, y presionar al máximo para lograr tus objetivos de bienestar, por no utilizar otro término que reflejaría mejor esa actitud. Muchos hemos luchado por el derecho de manifestación en una España que queremos que sea lo más democrática posible, pero también justa y respetuosa con las leyes que rigen la convivencia entre todos. 

Está demostrado que en la aldea global en la que vivimos, crece la responsabilidad de los medios de comunicación y de los profesionales con criterio para ofrecer una dimensión lo más acorde posible con la realidad, más allá de agitar unas reivindicaciones que por muy razonables que parezcan no tienen por qué ser mayoritarias a la fuerza.

Javier Fernández Arribas

Periodista. Director de 'Atalayar, entre dos orillas'. Colaborador en diversos medios como Punto Radio, Onda Cero, COPE, El Independiente y Colpisa. Colaboro en COPE, Colpisa, TVE, RNE y Diariocritico. Es autor de libros como 'Casco azul soldado español' o 'Misión: Líbano'. También fue director de los estudios 'Cómo informar sobre infancia y violencia' y 'Cómo informar sobre violencia contra la mujer en las relaciones de pareja' en colaboración con el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia.

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