Entiendo que la verdadera dimensión de la crisis moral que
padece España viene dada por la reciente encuesta de la Fundación de Ayuda
contra la Drogadicción,
que señala que el ochenta por ciento de los jóvenes españoles está convencido
de que tendrá que depender económicamente de su familia, al menos en un futuro
próximo. El pesimismo que muestra la encuesta es aún peor del que conocemos a
través de la experiencia directa con muchos de nuestros hijos; no hay 'brotes
verdes' para ellos, y el optimismo cauto que muestra
Rajoy en sus
vaticinios para este año no resultan compartidos por más del ochenta y dos por
ciento de los jóvenes de entre 18 y 24 años encuestados. Ni siquiera en una
perspectiva a tres años se muestran más animados: seis de cada diez ven muy
improbable encontrar un trabajo que les guste.
Es urgente ponerse a meditar. Es urgente poner en marcha
planes para dinamizar a esta parte importantísima de la sociedad, que no puede
sentirse marginada de cara a la mítica fecha de 2020, que es cuando tantos
organismos internacionales han colocado el gran hito del cambio. Y cuando esos hombres
y mujeres de entre veinticuatro y treinta años tendrán que empezar a tomar las
riendas de la sociedad. Nuestros jóvenes no pueden acostumbrarse a la idea de
que vivirán de sus padres hasta pasados los treinta años, porque es injusto
para ellos y para sus padres, y porque es poco rentable social y económicamente
para el conjunto del país. Por eso hay que insistir, entiendo, en la necesidad
de esa revolución mental 'emprendedora': apenas existen ya
posibilidades de acceder a los viejos, buenos, contratos fijos y permanentes. Claro
que es una lástima. Pero, por ello, es preciso fomentar la idea del trabajo autónomo,
facilitar las iniciativas emprendedoras, relativizar la importancia del fracaso
cuando emprender no sale bien a la primera...En fin, poner en valor las recetas
clásicas, pero nunca bien aplicadas.
Hace meses que recorro las universidades españolas difundiendo
este mensaje: "yes, we can". Es un mensaje copiado, ya lo sé, de la
campaña de
Obama, quien, a su vez, lo adaptó del célebre verso de
Virgilio: "pueden
porque creen que pueden". Que es lo mismo que el viejo dicho anglosajón "lo
hice porque nadie me había advertido de que era imposible". Sí, podemos,
sí es posible emprender y poner en marcha los propios sueños. Lo único que
falta es que de ello se convenzan las patronales, los sindicatos, los gobiernos
a todos los niveles y...la propia sociedad civil: quien tiene hijos
desempleados -y no es, ay, infrecuente esta situación-sabe bien que
ellos prefieren un 'part job' a un 'no job'. Ya sé, ya
sé que la calidad del puesto de trabajo decae, que el empleo se precariza, como
dicen los sindicatos, sin duda con razón, pero sin ofrecer alternativas a una
realidad insoslayable. Porque ocurre que la vuelta atrás, aquí y ahora, me
parece imposible y, si no empezamos a mover fichas, la situación de absoluto
desánimo que denuncia la encuesta de la
FAD se hará crónica, con todos los riesgos que ello implica.
Soy de los que saben que, en efecto, nos hemos esforzado por
tener las dos o tres generaciones mejor preparadas de la Historia de España, lo
cual tampoco es decir mucho. Y lo hemos logrado. Permitir que los jóvenes que
acaban sus estudios y no encuentran una ocupación durante mucho tiempo caigan
en la lógica desesperación de sentirse, con todo lo que se han esforzado por
estudiar y aprender, inútiles, que sus vidas están vacías, supone un enorme
riesgo social. Creo que hay que decirles la verdad: se puede cambiar el mundo. Pero
son ellos quienes lo tienen que cambiar, si es posible contando con nuestra
ayuda. Y claro que se puede, con sacrificio, dar el giro emprendedor. Yes, we
can. Que se vayan enterando las encuestas agoreras.
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El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>