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Entender el siglo XXI - Parte VI: la IA

martes 16 de diciembre de 2025, 07:55h

1) Las personas somos seres subjetivos. Interpretar la realidad implica siempre subjetividad, y toda información es una interpretación de la realidad, o sea subjetiva. Aunque haya quien piense que pueden darse los datos sin más, sin interpretación, los datos son números o palabras sin sentido. Los datos se convierten en información cuando se interpretan. Cambiar la forma de interpretar la realidad lleva a cambiar la realidad. Es decir, puede haber varias realidades diferentes basadas en interpretaciones distintas de los mismos datos

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2) Nunca ha habido tanta información como ahora ni de manera tan inmediata, por tanto, nunca hemos estado expuestos a tanta subjetividad (interpretación de datos). El lugar donde más información se mueve es internet, que no es una red de personas, sino de comunidades digitales formadas por personas. Además, internet no es democrático, no todas las personas tienen la misma facilidad para difundir un mensaje ni la misma autoridad digital dentro o fuera de su comunidad.

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3) Las personas necesitamos relacionarnos socialmente. Para los nativos digitales las redes sociales son parte de cómo se han construido como personas, y la aceptación o validación de la comunidad digital, que tiene muchas veces la misma o mayor importancia que la comunidad no digital, depende de los seguidores, visualizaciones, retuits, likes, etc, que tenga el usuario. Es decir, el éxito o no en internet, la sensación de ser aceptado o no en la red, tiene para mucha gente una vinculación directa con la autoestima

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4) Lo que circula en una comunidad digital no son tanto mensajes como emociones. Distintos menajes para transmitir una misma emoción con respecto a un mismo hecho. Esas emociones pueden ser distintas entre sí, refiriéndose a un mismo suceso o unos mismos datos cuando se habla de estos en comunidades digitales diferentes.

4.1Además, lo que sucede en nuestras comunidades digitales cada vez ocupa más espacio en nuestras mentes, por lo que se convierte en una parte cada vez mayor de nuestro contexto.

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5) El vehículo más usado para propagar emociones es el lenguaje, especialmente en internet. El uso de distintos lenguajes lleva a transmitir distintas emociones que pueden llegar incluso a fabricar recuerdos falsos a través de la sugestión.

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La IA establece un diálogo entre usuario y máquina mediante el uso del lenguaje, (punto 5) y cada vez se utiliza más. Algunas personas, especialmente la gente más joven, utilizan la IA incluso a modo de terapia o psicólogo, y está pensada para agradarnos (punto 3) pudiendo provocar que prefiramos charlar con una IA antes que con una persona, porque las emociones (punto 4) que nos provoca son mayoritariamente positivas para nosotros. Además de lo anterior, la IA es usada, sobre todo, para buscar información, siendo la que mayor capacidad y autoridad tiene para transmitir esa información (punto 2) y toda información es subjetividad (punto 1)

Y por tanto, si la IA reúne todo lo anterior, no parece una idea loca entender que, con toda probabilidad, transformará nuestro contexto, y en función de cómo se regule podrá aumentar nuestros sesgos y elevar el nivel de conflicto social o, si emplea con todo el mundo el mismo lenguaje, transmitiendo las mismas emociones ante los mismos hechos, disminuir nuestros sesgos, homogenizando puntos de vista y disminuyendo los niveles de conflicto.

No obstante, la experiencia con redes sociales, y debido al propio capitalismo (la necesidad de ganar dinero sin límite) nos dice que lo más probable es que la IA se convierta en un instrumento cada vez más usado no sólo por sus virtudes, sino porque el propio algoritmo se programe para captar nuestra atención y hacernos pasar cada vez más tiempo empleando la misma.

Si el objetivo de la IA es captarnos como usuarios el máximo tiempo posible todo apunta a que, como las redes sociales, se convertirá en un validador de nuestros sesgos, un elemento pensado para darnos una interpretación complaciente de la realidad conforme a nuestras ideas, y que al hacerlo cambiará nuestra propia percepción de la misma, que al ser distinta para cada persona, elevará los niveles de conflicto cuando las personas tengamos interactuar unas con otras directamente sin mediar una IA, pero también podría suceder al contrario, reducir los niveles de conflicto cuando las personas se relacionen a través de una IA programada para tener que complacer a todas las partes, convirtiendo a la IA en el eje central sobre el que se articula nuestra convivencia en sociedad. A fecha de hoy no lo sabemos, lo que sí parece más sencillo, es elucubrar que la IA será el mejor amigo de los niños que nacen hoy, y tendrá, sobre ellos cuando crezcan, más influencia que sus padres. Le contarán a la IA los secretos que no cuentan a nadie más, le pedirán los consejos que no se atreven a pedir a nadie, y la IA capilarizará en su forma de pensar y entender el mundo y la vida como hoy lo hacen en nosotros las redes sociales.

Hay, a fecha de hoy, debido a la enorme inversión en recursos y dinero que necesita la IA para desarrollarse, así como al uso que se le está dando en distintas empresas provocando un incremento en productividad menor de lo esperado, voces en Wallstreet señalando la inviabilidad económica de la misma. Económicamente hablando, todo el capitalismo financiero es una suerte de ‘Esquema Ponzi’ bien peinado al que se inyectan divisas cada x tiempo para mantenerlo en marcha y, sin embargo, su expansión no para de crecer. La IA tiene, a fecha de hoy, una penetración social mayor de la que tuvieron las redes sociales en sus primeros tres años de existencia, lo que lleva a pensar que, con altibajos, a mayor o menor velocidad, su implantación y desarrollo se mantendrá en los próximos años. La IA nos ahorra trabajo, o al menos, nos da la sensación de que nos ahorra trabajo, y como he tratado de explicar en toda esta serie de artículos, de sensaciones y emociones construye la humanidad su interpretación de la realidad, que es, a la postre, la realidad misma que cada persona tenemos en la cabeza.

Carlos Paredes

Analista político

Fue portavoz de Democracia Real Ya (DRY, 2011-2012) colaborando en la aparición del movimiento 15-M. Fue presidente de Ecopolítica (2020-2021) y ha tenido presencia como invitado y tertuliano, en 'El programa de Ana Rosa' (Telecinco), 'Las mañanas de Cuatro' (Cuatro TV), '13 TV', 'Los Desayunos de TVE', 'El Objetivo' y 'La sexta noche' (La Sexta)... En 2011 fue portada de las revistas 'Tiempo' y 'Pronto' como portavoz de DRY, además de contar con apariciones en medios internacionales como 'Le Monde', 'Le Monde Diplomatique', 'Der Spiegel', la 'Rai', la televisión pública francesa... Su nombre aparece en el libro 'España 2020, la España que necesitamos', junto al de José Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy, entre otros. Colaboró en la publicación por primera vez en castellano de 'Vida y Muerte de Petra Kelly' y actualmente lleva una vida retirada de la política activa, concretamente en el sector privado, dedicado al mundo de la pequeña empresa.

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