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Sic transit gloria mundi’. Es el caso, parece, de
Manuel Pizarro, que llegó como la gran esperanza blanca al Partido Popular y hoy medita la mejor manera de marcharse del grupo parlamentario en el que con tan buenos augurios entró y donde parecen haberle condenado a vegetar. Claro que también él mismo ha decidido marginarse, nos dicen, porque no acepta la ‘autoritas’ de
Soraya Sáenz de Santamaría al frente del grupo parlamentario para cuya dirección él fue propuesto y alentado por
Esperanza Aguirre. Ahora, nos dicen, Pizarro se encierra a menudo en el despacho de
Federico Jiménez Losantos, a quien visita en su ‘catedral’ de la COPE, los dos turolenses más famosos de España hablando mano a mano de lo que pudo ser y no fue, o de lo que podrá llegar a ser.
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