Pizarro: ¡qué meditación!
‘Sic transit gloria mundi’. Es el caso, parece, de
Manuel Pizarro, que llegó como la gran esperanza blanca al Partido Popular y hoy medita la mejor manera de marcharse del grupo parlamentario en el que con tan buenos augurios entró y donde parecen haberle condenado a vegetar. Claro que también él mismo ha decidido marginarse, nos dicen, porque no acepta la ‘autoritas’ de
Soraya Sáenz de Santamaría al frente del grupo parlamentario para cuya dirección él fue propuesto y alentado por
Esperanza Aguirre. Ahora, nos dicen, Pizarro se encierra a menudo en el despacho de
Federico Jiménez Losantos, a quien visita en su ‘catedral’ de la
COPE, los dos turolenses más famosos de España hablando mano a mano de lo que pudo ser y no fue, o de lo que podrá llegar a ser.
Tiene su grandeza Pizarro. Luchó a brazo partido para conseguir lo mejor para sus accionistas en Endesa, ante una OPA excesivamente hostil. Se aventuró a meterse en política sin tener, ni mucho menos, garantías de que los suyos llegarían al poder. Se afilió a última hora, jugándose el todo por el todo. Se alineó sin equívocos con las tesis Aguirre, en una pelea que tiene sus ribetes cainitas. Y perdió.
Al menos, en este cuarto de hora perdió, y mantiene su silencio digno, él, que incluso llegó a sonar como recambio del mismísimo Rajoy. Pero los meandros de los partidos son casi inescrutables, imprevisibles, ilógicos para una mente fría y ordenada como la de Pizarro, a quien complican la vida demasiado sus arrebatos sentimentales.
Pudo serlo casi todo en política, se confió en un sonadísimo debate frente a Pedro Solbes, debate que Pizarro perdió estrepitosamente. Y aquí estamos: nos aseguran que no sabe cómo dar un portazo que no sea demasiado sonoro. No ha despertado demasiadas simpatías en el interior del PP, donde algunos ‘barones’ cierran filas contra la escalada de ‘Espe’, que no se entiende bien sino en función de lo que algunos creen que son
“ambiciones” de algunos cercanos a la presidenta de la Comunidad de Madrid, que también ha comenzado una discreta y eficaz marcha atrás.
Todo esto va a quedar, ya lo verán, en tormenta en vaso de agua. Para el congreso, todo serán aplausos a la candidatura de un Rajoy que en este cuarto de hora está desfondado pero, por primera vez en su vida acaso, con ganas de pelea. Solamente Pizarro, injustamente porque es hombre de gran valía, parece sobrar en el dibujo final. ¿Qué hacer con Pizarro si no va a llegar las cosas de economía, ni las de justicia, en el PP? Pensamos que sobre esta cuestión se va a hablar bastante.
Ayer ya se hablaba bastante por los pasillos de Génova. Más que la lista de ministrables de Zapatero, que juega con los rumores lanzados por los periódicos como el gato con el ratón. Más que del ‘campazo’, el mensaje a navegantes de francisco Camps. Incluso más dque del desahogo, extemporáneo, de
Alberto Ruiz Gallardón…desde Pekín. Esla política, señores. Es la política, don Manuel Pizarro, que devora tantas veces a quienes, desde posiciones privilegiadas y con las mejores intenciones, se le acercan. Lástima, porque, a este paso, quienes triunfan en la vida civil seguirán apartados de la cosa pública, por aquello de las dentelladas.