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Timba

Timba

sábado 05 de julio de 2008, 00:53h
La Presidenta de la Nación adjudicó a la "timba", según ella, giro rioplatense para referirse al juego por dinero, el fuerte incremento del precio de los commodities, entre ellos, los que la Argentina exporta. Se sumó así, a un grupo importante de analistas internacionales que también considera que el aumento del petróleo y la soja de los últimos meses son atribuibles al movimiento de los especuladores, desde los castigados mercados financieros, a los más prometedores, pero reducidos, mercados de materias primas. La verdad, es que no resulta fácil explicar, sólo por fluctuaciones entre la oferta y la demanda "física", la espectacular escalada de dichos precios. Sin embargo, una parte de la biblioteca lejos de "culpar" a los inversores, miran hacia las políticas públicas que originan comportamientos defensivos. En efecto, el principal argumento, en este sentido, surge de la debilidad del dólar, o mejor dicho, de la desconfianza generada en torno al dólar como moneda de reserva internacional. Como se ha expresado muchas veces, el Banco Central de los Estados Unidos mantiene dos objetivos simultáneos. La necesidad de resguardar el nivel de actividad y empleo en su país, por un lado. La obligación de defender metas de inflación "confortables" para el consenso de los inversores, por el otro. En este último papel, la FED no sólo actúa como el Banco Central norteamericano, sino que actúa, fundamentalmente, como el administrador de la moneda internacional de reserva. Cuando, por diversas razones, como la crisis financiera sub-prime, o la necesidad de no agravar una recesión en el sector real de la economía en un año electoral, descuida esta última misión, o le pone menos énfasis, quienes perciben esta "estafa" sobre sus tenencias de reserva de valor, se vuelcan hacia activos "reales" que los protejan de la caída del poder de compra de la moneda debilitada. Surge así, una especie de "círculo vicioso". Los inversores huyen del dólar, como reserva de valor, comprando otra moneda alternativa, el Euro por ejemplo, aunque éste también tiene sus problemas como moneda de reserva. (Después vuelvo).

Comprando oro, o comprando commodities. Pero cuando compran commodities, y suben sus precios, por este exceso de demanda "especulativa", aumentan los ingresos de los vendedores de esas materias primas. Pero esos vendedores son, justamente, quienes tratan de protegerse de la caída del dólar. En especial los jeques árabes. De manera que, con esos mayores ingresos, demandan más commodities. Dicho de otra manera, el reciclado de los petrodólares y, en menor medida de los sojadólares, antes se volcaba a comprar instrumentos de deuda corporativa o pública norteamericana y europea. Ahora, por la crisis estadounidense y por la desconfianza en el dólar, se destinan, entre otras cosas, a comprar instrumentos vinculados, justamente con esos commodities. Por lo tanto, suben los precios, tienen más fondos y vuelven a comprar. Una perfecta "cadena de la felicidad" que genera una inflación en dólares creciente, si la FED no reacciona.

Por su parte, los países importadores de commodities y exportadores de bienes industriales de Asia, hasta no hace mucho, acumulaban reservas y compraban dólares e instrumentos vinculados. Ahora, para combatir la "inflación de materias primas", están empezando a revaluar sus monedas, y a tratar de "crecer hacia adentro". Esto tiene dos efectos. Por un lado, acumulan menos reservas y, por lo tanto, demandan menos instrumentos en dólares. Por el otro, la revaluación encarece sus exportaciones. Dejan de exportar deflación y empiezan a exportar inflación, que se suma a la inflación de materias primas. Latinoamérica, por su parte, en general, exportadora neta de materias primas, con menor productividad industrial y extremadamente "dolarizada" en sus portafolios, tiene el desafío de administrar esta bonanza de mayores ingresos, en el delicado equilibrio entre crecimiento, inflación, diferencias de productividades relativas y distribución del ingreso.Antes de seguir, un pequeño párrafo respecto del Euro.

Obviamente, el Banco Central Europeo, al tener como su única misión, defender el valor de la moneda, se ha posicionado muy favorablemente, como un competidor interesante en el papel de ofrecer una moneda de reserva alternativa. Sin embargo, las dudas surgen de las serias dificultades que enfrenta Europa, o la mayoría de sus países, para convivir con esta férrea convertibilidad (no tener moneda propia), en épocas de recesión y ajuste. En otras palabras, esos países carecen de la válvula de escape, de la devaluación para ajustar sus economías, y sólo les queda la política fiscal. Una política fiscal fuertemente limitada por las rigideces de lo que queda del Estado del Bienestar y la poca flexibilidad del gasto laboral y jubilatorio. De allí que el Euro, si bien ha ganado terreno como moneda de reserva sustituta, no ha podido, todavía, posicionarse definitivamente, en ese papel.Volviendo al principio, entonces, es probable que la Presidenta tenga parte de razón cuando le adjudica a la especulación financiera, la responsabilidad por el alza de los commodities. Sin embargo, la raíz del problema, está en las dificultades que enfrenta la FED, para ser a la vez, el Banco Central que evite una mayor recesión en Estados Unidos y el Banco Central que administra eficientemente la moneda de reserva global. Mientras no se despeje la incógnita respecto de qué papel va, finalmente, a predominar, seguiremos en medio de este círculo vicioso complejo. Alta volatilidad de los mercados y alta desconfianza. El reciente freno a la baja de la tasa de interés en los Estados Unidos, podría ser una señal de la autoridad monetaria norteamericana, respecto a que puede estar dispuesta a "tirar la toalla" en materia de nivel de actividad, y volver a mirar inflación, antes de que sea demasiado tarde.

Lamentablemente, quizás, la confianza en el dólar y en sus activos vinculados, "vuelva" después de una recesión más fuerte y no antes. Pero no sabemos.Y eso me lleva, otra vez, a la política económica argentina. Como expresé, es posible que una parte del aumento de precios de los commodities sea producto del "problema del dólar". Pero, todo indica que, "otra parte", tiene un trasfondo estructural derivado de los cambios en la oferta y demanda mundial de energía y alimentos. Si esto es así, la teoría recomienda, minimizar los shocks transitorios y maximizar los permanentes. Me explico, si una parte del boom de precios es "por un ratito", esa parte convendría, efectivamente, aislarla de los precios relativos, y "guardarla" en términos fiscales. Pero el resto del aumento de precios, lo más razonable es convalidarlo, de manera de enviar la señal a la producción, la inversión y el consumo, respecto del futuro.Como no se sabe qué parte del aumento de precios es transitorio y qué parte es permanente, esto no es fácil. La mayoría de los países latinoamericanos ha tratado el aumento como permanente, en materia de precios (dejándolos libres). Ha combatido la inflación consecuente con apreciación de sus tipos de cambio, y una política fiscal prudente. Y, en algunos casos, ha subsidiado ciertos consumos, o generado fondos anticíclicos con parte de los excedentes. Por supuesto que, haciendo lo "que los inversores prefieren" han atraído flujos de capitales y, generado "círculos virtuosos" importantes.La Argentina, en cambio, ha tratado el cambio de precios en alimentos y energía como si fuera absolutamente transitorio.

 Primero interviniendo en los precios y los mercados energéticos, de la carne, lácteos., trigo. Con restricciones cuantitativas. Subsidios directos, subsidios cruzados, etc.
Últimamente, con este intento de apropiarse del último salto del precio de la soja y el resto de los yuyos, mediante un impuesto extraordinario a los ingresos (no a las ganancias, etc.), generando, en muchos casos, fuertes problemas de rentabilidad. Se han priorizado, de este modo, los ingresos fiscales de corto plazo, y, supuestamente, la distribución del ingreso, a costa de sacrificar inversión y crecimiento. (Cosa que recién ahora empieza a notarse, dado que veníamos, al contrario de los otros países, de una profunda crisis, con alta capacidad ociosa). A su vez., la estrategia de usar los mayores ingresos fiscales para expandir el gasto público, generó, en ese contexto, una peligrosa aceleración de la inflación. Esta dinámica del gasto, a su vez, pone en cierto riesgo, dados los vencimientos futuros de la deuda pública, la solvencia fiscal intertemporal del Estado argentino, acrecentando las dudas de los inversores, ya asustados por el contraste entre el manejo de las políticas públicas en la Argentina, respecto del resto de la región.En síntesis, si hay "timba" en la evolución de los precios internacionales de los commodities, el origen es la "estafa" a los tenedores de dólares, de los últimos años, que hoy se "vengan", como siempre hacen los inversores.Desde el punto de vista interno, tratar todo el cambio de precios relativos de la energía y los alimentos como si fuera transitorio, "aislando" precios y desalentando la inversión en dichos sectores, suena contradictorio, con la fuerte expansión del gasto - que trata a los ingresos por impuestos a la exportación como permanentes-. Lo digo de otra forma, si los cambios de precios son transitorios y consecuencia exclusiva de la "timba", está bien evitarlos, pero está mal "gastarlos", en lugar de ahorrarlos. Si, por el contrario, los cambios son permanentes, esta mal "aislarlos", aunque estaría bien gastarlos. Es esta señal confusa que surge de las políticas públicas locales, lo que genera gran incertidumbre. Sobre todo si, como se espera, comienza el intento de la FED por recuperar a la moneda de reserva, se pincha la burbuja de los commodities, y nos quedamos en el peor de los mundos, sin haber aprovechado y ahorrado la parte de la suba que ha sido "extraordinaria", con el gasto definido en base a precios que pueden ser sólo transitorios. Y desalentando la inversión respecto de los cambios que pueden ser permanentes. El riesgo de estanflación internacional crece y, lamentablemente, también crece el local.
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