Otra vez Madrid, capital de España, ha sido protagonista internacional de la crónica negra, aunque en esta ocasión no hay que dirigir la ira colectiva contra los de casi siempre. A la espera de lo que determinen las mal denominadas 'cajas negras', porque en realidad son de color naranja, hay que dirigir nuestro dolor contra el destino.
Dicen que el avión es un medio de transporte rápido, eficaz y seguro. Y es verdad. Lo que ocurre también es que cuando sucede un percance en una aeronave, las posibilidades de que le toquen a sus ocupantes lo nefasto igualmente son mayores. El miércoles por la tarde muchos ciudadanos que tenían previsto volar con la empresa propietaria del avión siniestrado decidieron cambiar de planes y anular sus pasajes. El miedo es natural y acompaña al ser humano desde el principio de los tiempos.
La ciudad de Madrid, con sus servicios de emergencias en particular y sus ciudadanos en general, ha demostrado otra vez desgraciadamente que está preparada para afrontar cualquier imprevisto, ya sea de una u otra índole. Tras este suceso fue activado el plan de emergencias, como ocurriera aquel nefasto 11 de marzo de 2004, con tan dramático recuerdo para todos.
Ahora toca acompañar a los familiares en su dolor y expresar todo el apoyo posible a los heridos. Y al mismo tiempo mostrar nuestra rabia con el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Pekín'2008, que ha prohibido a los deportistas españoles exhibir cualquier muestra de dolor por el accidente aéreo de Barajas.
Hoy, hasta el próximo domingo, la bandera española lucirá en todo lo alto de su mástil de la Villa Olímpica de la capital china. Mejor así... Esa bandera, que representa a todos los españoles, está más cerca del cielo, junto a los fallecidos en Barajas, independientemente de la nacionalidad de éstos, y será la vergüenza de determinadas autoridades deportivas.
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