Si bien desde finales de enero, Castilla y León había acaparado el foco político, el estallido de la guerra en el PP el pasado jueves ha eclipsado el debate, dentro y fuera del partido. Una semana después de las elecciones, la investidura de Alfonso Fernández Mañueco sigue en el aire, a la espera de su ronda de contactos con los partidos, en pleno conflicto entre Génova y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso.
El PP encara su peor momento y se enfrenta a una profunda división interna a raíz de la guerra entre la dirección nacional y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Este conflicto se hizo público el jueves, cuando Ayuso denunció el espionaje a su entorno familiar por parte de Génova, con duras palabras hacia el líder del PP, Pablo Casado. El supuesto espionaje tuvo lugar cuando la dirección del PP tuvo conocimiento de que el hermano de Ayuso había cobrado una comisión por la adjudicación de un contrato de compra de material sanitario a la empresa de un amigo. Génova salió al paso de las informaciones negando haber contratado a una empresa de detectives a través del Ayuntamiento de Madrid,y arremetió contra Ayuso por las "acusaciones casi delictivas" contra Pablo Casado.
Y desde el jueves, apenas el único asunto político que ha centrado la labor mediática es la guerra abierta en el PP, y sus posibles consecuencias en la deriva del partido.
Este conflicto ha enviado a un segundo plano las negociaciones del PP en Castilla y León para la investidura de Alfonso Fernández Mañueco. El pasado domingo, los 'populares' se proclamaron vencedores en las urnas pero su resultado se quedó lejos de la ansiada mayoría absoluta. Aunque Mañueco ha manifestado su intención de gobernar en solitario, tiene que negociar su investidura, y sus opciones pasan por el PSOE o Vox.
El posible acuerdo de Mañueco con la extrema derecha también fue objeto de discrepancias entre Ayuso y Casado, ya que mientras la regidora madrileña proclamó su preferencia por un pacto "con el partido de Ortega Lara antes que con quienes pactan con sus secuestradores", Génova marcó la distancia con el partido de Abascal.
El pasado miércoles, un día antes del estallido de la guerra, en la reunión de los 'barones', Casado dejó en manos de Mañueco las negociaciones para la formación de gobierno en Castilla y León. Desde entonces, el presidente de los 'populares' castellanos y leoneses ha asegurado que no habrá repetición electoral y que "en unas habrá un gobierno fuerte y estable, para cuatro años, que surgirá de un pacto parlamentario".
Mañueco ha manifestado su preocupación por la guerra en el PP. "Quiero trasladar y hacer mía la indignación y la preocupación de todos los votantes, afiliados, concejales y alcaldes que de forma leal y desinteresada trabajan a favor del PP. Ellos merecen que todo este asunto se aclare cuanto antes y que la verdad se abra paso por encima de todo".
Ante su insuficiente victoria, y en un momento crítico en su formación, debe afrontar las negociaciones para su investidura. Por un lado, Vox ha reclamado integrar el futuro gobierno y presidir la Asamblea, y por otro, el PSOE ha abierto la puerta a la abstención si el PP rompe todos sus acuerdos con la extrema derecha.
Aunque el hecho de haber quedado en un segundo plano, puede beneficiar a Mañueco de cara a las negociaciones, esta guerra en el partido puede situarle en una posición de debilidad respecto a Vox, por lo que habrá que esperar a que culmine la ronda de contactos para conocer las posturas de cara a la formación de gobierno en Castilla y León.
Las reuniones previstas con el resto de fuerzas políticas del arco parlamentario comenzarán el lunes, 21 de febrero, con el PSOE; el miércoles 23 con Vox; el día 26 con Soria ¡Ya!; el lunes 28 con UPL; y el martes 1 con Unidas Podemos.
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