'Gallarguay' en 'Uruguón'

Tienen suerte en Uruguay. Anda por allí Gallardón presidiendo la reunión de ese organismo que agrupa a las capitales iberoamericanas. Y digo que tienen suerte los uruguayos, porque seguramente han sido los primeros en recibir las explicaciones del Alcalde con motivo de esa repentina tetraplejía financiera que ha atacado a las arcas municipales. Con las piernas y los brazos paralizados, lo único que sobrevive al daño neurológico es la cabeza. Pero la cabeza, está en Montevideo.

Con el Alcalde al otro lado del Atlántico, el papelón de salir a explicar la decisión más complicada de toda la legislatura le ha tocado al Vicealcalde Manuel Cobo y al Concejal de Hacienda Juan Bravo. Quizá una decisión de este calado deba explicarla el Alcalde, sólo el Alcalde y nada más que el Alcalde. Igual que estamos para hacernos la foto el día que comienzan las obras de la M30 y sobre todo para hacerla el día que terminan, Gallardón no debería ceder los trastos de una manera tan descarada el día que toca salir a dar la cara.

Manuel Cobo ya está acostumbrado a comerse ‘los marrones’ públicos que no le tocan, pero a este ritmo va a tener que exigir un plus de peligrosidad o penosidad en el trabajo. Y seguramente después del sapo de Cobo, el segundo sapo más grande en ser tragado es el que habrá tenido que engullir Juan Bravo. El concejal de Hacienda nunca hace muchos amigos: es siempre el ‘pesao’ que te golpea en la cabeza con el presupuesto del año en curso para que no se desmanden las cuentas y el auténtico ‘manos tijeras’ al que todos temen. Pero ser el que tiene la llave de la caja, cuando la caja tiene telarañas, tampoco tiene que ser muy agradable.

Como madrileño me preocupan dos cosas: quiero saber exactamente que proyectos no se van a hacer, cuales se van a paralizar o cuales se van a ralentizar. Por ejemplo: saber si Madrid Río va a acabarse esta legislatura o si esperaremos a que nazca el musgo por generación espontánea. Y mi segunda duda, es si nos van a subir los impuestos. De momento los responsables dicen que no. Pero ya saben cual es la última frase que escucha un entrenador de fútbol antes de ser despedido: ‘estás ratificado’. Así que échense a temblar.