No se puede decir que Fernando Moraleda disfrute de sus mejores momentos. Han sido varias ya las veces que el propio Zapatero ha tenido que arreglar algún desaguisado de su secretario de Estado de Comunicación. Una de las últimas veces, cuando en los pasillos del Congreso pretendió cortar de raíz un ‘corrillo’ del presidente del Gobierno con los periodistas y éste le dijo que no. En otra ocasión, fue él mismo quien tuvo que desdecirse cuando ‘advirtió’ a los periodistas: “os vigilo”, para avisarles de que estaría pendiente de lo que cada cual publicaba acerca del 11-M y el asunto de los peritos del ácido bórico. ‘Vigilancia’ que tuvo que aclarar que no encerraba ninguna intención censuradora sobre las informaciones que se publicaban.
Más recientemente, provocó casi un ‘motín’ de los periodistas españoles y latinoamericanos, cuando en la Cumbre Iberoamericana de Montevideo (Uruguay) ‘embutió’ a los informadores en un cuartucho de muy pocos metros cuadrados, lo que casi causó un altercado. Moraleda, por cierto, llegó a encararse en la capital uruguaya durante esta cumbre con un periodista español, al que le dijo que estaba “hasta los c… de ti”. Pongan ustedes el relleno de los puntos suspensivos.
Después ha sido lo de la entrevista ‘corregida’ de Le Figaro con ZP, incidente que, por cierto, El País fue el único periódico que no recogía ayer en su edición digital.
El País tampoco ha tenido a bien hacer editorial alguno sobre la visita del dictador Obiang Nguema a España, al contrario que todos los demás medios principales de la prensa tradicional. Y Moraleda, con motivo de esta visita, ha vuelto a dar otro ‘patinazo’. Acusó al PP de mentir cuando dijo que el Gobierno pidió a Mariano Rajoy entrevistarse con Obiang, y el Ministerio de Asuntos Exteriores tuvo que reconocer después que, en efecto, le había pedido al líder del PP que se encontrase con el dictador guineano, dejando en ridículo al portavoz monclovita.
No anda, desde luego, Moraleda en los momentos más brillantes de su carrera política.
Si (
No(
