La crisis ha nublado la campaña en EEUU

El proceso electoral en este país está siendo excesivamente largo. El oír a los aspirantes a la presidencia durante dos años en su continúa repetición de discursos, con frases preparadas de antemano, ha causado grandes estragos en la atención del electorado que tiene otras preocupaciones más reales en sus vidas.

    La apatía ha acabado arraigando en la sociedad americana, que se ha ido distanciando progresivamente de la política, y el resultado es, que después de dos años, los electores no saben a quién votar. La mayor parte ya tomó vacaciones durante el proceso, millonario en gastos, que no estimulaba nada. Ahora, a un mes de las elecciones se empieza a notar una renovada atención, en especial por los debates, que de momento no están produciendo tampoco mucho entusiasmo. 

Los candidatos llegan a la recta final cansados, sin muchas ideas nuevas,  pero el final se acerca con la publicidad bombardeando la televisión, la radio, y repercutiendo en casi toda la actividad social.

Si al principio del proceso electoral se pensaba que la clave de las diferencias entre los dos partidos sería la impopular guerra de Irak, con gastos mensuales de billones de dólares, y parecía firme la propuesta del senador Obama de salir cuanto antes de una guerra sin sentido y concentrarse en otras áreas en conflicto como lo que se considera la cuna del islamismo radical en Afganistán financiado por la venta de opio que nadie ha conseguido controlar, la primera crisis económica de un mundo globalizado, ha producido lo impensable.

La aparición de esta situación crítica, que ha puesto en peligro el corazón de la economía mundial, ha desvirtuado los meses interminables de promesas electorales, focalizando prácticamente toda la atención en lo que más preocupa a la sociedad americana, y por contagio, al resto del mundo. El resultado es que los líderes de los dos partidos relevantes en el país, Mcain y Obama han estado balbuceando sobre lo que harían para controlar la crisis, y todo lo demás queda en un olvido inimaginable hace dos meses.

    Los acontecimientos se han sucedido precipitadamente. En 10 días la banca de inversión que nació en los años 30 del pasado siglo ha desaparecido totalmente dejando un vacío en Wall Street que parecía imposible para los brokers con los que converso diariamente, mientras que el centro del mundo financiero trata de organizarse para el comienzo de una nueva etapa que aún no se sabe como funcionará.

Simultáneamente el plan anticrisis del equipo del ineficaz presidente Bush salta a la palestra de forma precipitada. Aunque en un principio los motivos  no fueran  estrictamente políticos, hubo un deseo de buscar soluciones a la crisis bajo una filosofía pragmática y profesional, que teniendo que ser aprobados por el Congreso con sus dos Cámaras Senado y Cámara de representativos  hizo que un documento sencillo de dos hojas se convirtiera en un panfleto de 600 hojas con un lenguaje político difícil de entender.

Una vergüenza que la mayor crisis financiera mundial se gestione de esa forma, y se haya acabado convirtiendo en un juego político, donde los participantes al plan de rescate estaban más preocupados por las próximas elecciones personales de senadores y representantes, que de encontrar una solución que detenga el posible desastre.

La propuesta finalmente ha quedado como una decisión gubernamental, sin competencia del pueblo, ya que la clase media ha visto como su patrimonio futuro queda en manos de personas del equipo Bush, al que nadie cree, ni respeta.

Pienso que el plan era necesario, pero que se ha presentado de la peor firma posible. Porque si el pueblo queda defraudado, los candidatos, senadores, llegan al Senado sin entender el texto final del nuevo plan, jugando al juego político de hablar de forma presidencial sin decir nada, y plasmando su firma a favor de un supuesto rescate, que ni el pueblo ni ellos entienden, y que Wall Street ha considerado un sueño imposible.

El resultado, la confusión generalizada, una caída en picado de la bolsa, y un pueblo que empieza a sufrir perdiendo el patrimonio de sus ahorros; el americano tradicionalmente pone sus ahorros en la bolsa, que ha llegado a caer un 30% en los últimos días.

Lo cierto es que vivimos uno de los  momentos mas dramáticos de la historia de este país, y del mundo, favorecido por una globalización imparable que nos envuelve a todos en la crisis financiera mas compleja de la historia. 

Los candidatos a la presidencia se han quedado frenados ante la crisis, pocos argumentos, pocas ideas. Quedan dos debates, el primero se centrará en la economía, que no es el tema favorito de MacCain que basó su campaña en una pseudo filosofía que parte de la de Bush, de la imposición de un imperio hegemónico y dominador, que ahora ha perdido su prestigio y su capacidad de reacción, y en su declive deja en manos de inexpertos la solución. Si a éste le será difícil separarse de Bush aunque lo intente, un Obama idealista y con pocas respuestas a la crisis, tampoco ilusiona.

Este próximo mes será interesante sin duda. Si apuesto por Obama es porque este país necesita  un cambió radical, una nueva disciplina, otra visión del mundo y de las relaciones internacionales. Y sólo Obama ofrece la esperanza de un cambio real y profundo.

    * Juan Manuel Maza es un importante consultor español afincado en Washington