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Bancos

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viernes 17 de octubre de 2008, 23:55h

La crisis financiera global sigue generando respuestas diarias de los Bancos Centrales y los gobiernos, tratando, por un lado, de reemplazar al sector privado en la capitalización de bancos, de manera de achicar el apalancamiento del sistema aumentando el capital, en lugar de obligarlos a vender los activos y seguir bajando los precios. Y, por el otro, de restablecer el mercado de crédito, prestando directamente a las empresas y despejando de temores al negocio interbancario.

  Como esto se hace con la misma plata que los propios inversores destinan a comprar bonos del Tesoro americano o dólares, o con la liquidez en la que “se sientan” los propios bancos, por ahora, lo único que se logra es “reciclar”, como en una calesita, los fondos, con poco efecto positivo sobre la economía real.

  Lo que indica que arreglar desajustes macroeconómicos,  con más desajustes macroeconómicos es una solución que les encanta a los políticos, pero no es una solución rápida y mucho menos eficiente.

  Mientras tanto, en la Argentina, se dice que el sistema financiero local está fuertemente “aislado” de esta crisis, de manera que no se debería temer, en nuestro país, problema alguno con los bancos locales.  Intuitivamente, esta afirmación parece bastante razonable. El sistema financiero argentino se ha transformado después de la crisis del 2001.

Es un sistema más chico, pesificado, con aumento fuerte del componente “transaccional”, es decir con una menor proporción de depósitos vinculados con el ahorro, y con pocas líneas de crédito financiero desde el exterior.Pero pasemos de la intuición a las “efectividades conducentes”.

  Mirando los datos, superficialmente, las sospechas parecen confirmarse.La relación Préstamos/PBI era, en el 2001 de aproximadamente el 35%. Hoy, esa relación ha bajado a menos del 15%. En el 2001, el mix de depósitos en dólares respecto de los depósitos en pesos, era de 72% contra 28% respectivamente. Ahora, esa relación se ha invertido y es de 13% para los dólares y de 87% para los pesos. Respecto de los depósitos transaccionales, eran apenas el 25% del total en el 2001, hoy superan el 50%.

 Sin embargo, cabe mirar un poco debajo del agua. ¿De dónde puede venir el golpe al sistema financiero local?. Básicamente, de dos fuentes que, en la práctica, son una, un cambio de portafolio hacia el dólar de los ahorristas y la necesidad de “vender activos” o cancelar crédito para atender dicha demanda.

 El cambio de portafolio lo induce la “demanda de devaluación nominal”  que está “sobrevolando” el discurso empresario de estos días. (Ya sé que en realidad la demanda es de mejoras en el “tipo de cambio real”, pero entonces tienen que decirlo con todas las letras: mejorar el tipo de cambio real, sin devaluar demasiado el nominal, implica bajar el salario y el gasto público en dólares. Hay que  congelar el gasto público, para poder devaluar “poquito” nominalmente. Mientras no lo digan, lo que están pidiendo es devaluación nominal fuerte).

 Por ahora, el cambio de portafolio lo alimenta el saldo de balance comercial. Es decir entran dólares de exportación por una ventanilla y se van por la de “fuga de capitales”, y los depósitos en pesos no caen tanto. Pero si la demanda por devaluación nominal aumenta, los depósitos no transaccionales empezarán a caer, en busca de protección. Son menos, pero serán unos 15000 millones de dólares (si descontamos los fondos de las AFJP e institucionales “cautivos”). 

¿Y del lado de los activos?. Del lado de los activos surgen los préstamos “sub prime” locales. ¿Cuáles son?. Obviamente, los títulos públicos. La deuda del peor pagador del sistema, el Estado. Estado que destruyó el mercado de deuda, alterando el CER, y al que le están cayendo violentamente los ingresos provenientes de los impuestos a la exportación.

   Afortunadamente, gracias a la experiencia pasada, al crecimiento del crédito al sector privado  y a una inteligente regulación del Banco Central, la exposición de la Banca Privada al sector público ha caído drásticamente en los últimos años. Los bancos privados, en promedio, tienen una relación títulos públicos/activos de apenas el 12%.

Lamentablemente, no ocurre lo mismo con la banca pública, cuya relación títulos/ activos alcanza el 33% -a junio de 2008-. Si le sumamos los préstamos directos al sector público, esta relación sube al 42% en el caso de la banca pública y  al 15%, en promedio, en el caso de la banca privada.

 Es más, si los títulos están contabilizados a valor técnico y no a valor de mercado, con la caída del precio de los títulos públicos de los últimos meses, los bancos estatales ¡han perdido todo su patrimonio!.

 En síntesis, es cierto que el sistema financiero argentino está en mucha mejor forma que en el 2001 y, relativamente aislado, de la crisis global.

Pero no es menos cierto que, si la demanda de devaluación nominal persiste, y el Estado no da señales claras de ajuste –el retiro del Presupuesto del Congreso sería, en ese sentido, clave-, los problemas, en especial de la Banca Pública, irán creciendo, obligando al Banco Central a actuar como prestamista de última instancia en un país en dónde, al contrario de lo que sucede en Estados Unidos, la gente no huye hacia el resguardo del Estado, sino que huye del Estado hacia el mercado, porque en la Argentina el Estado es la parte central del problema.

 Tan es la parte central del problema que, mientras en el resto del mundo, como ya mencionara, los Estados están aportando liquidez al sistema bancario, aquí es el sistema bancario, con el canje de los préstamos garantizados el que le aporta liquidez al Estado, reduciendo el crédito disponible para el sector privado. Otra muestra clara de nuestro “reino del revés”.

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