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Tirar el mando del televisor

Tirar el mando del televisor

jueves 16 de noviembre de 2006, 16:39h


Los ministros de Cultura de la Unión Europea han aprobado diversas modificaciones en la directiva 'Televisión sin fronteras' que fija unas normas comunes para los servicios audiovisuales en el territorio europeo. Uno entiende que detrás de la decisión de los ministros está un equipo de funcionarios que ha trabajado el asunto, que ha recibido las opiniones de los expertos de cada país y que, además, conoce la realidad y se ha documentado. Casi siempre es así.

Entonces, ¿por qué han aprobado unas normas que permiten aumentar, aún más, la publicidad en la televisión, reducen el intervalo entre cortes, de manera que podamos ver entre anuncios y anuncios, algún trocito de programa, y autorizan la publicidad encubierta, como si no fuera suficiente lo que, subliminalmente o no tanto, nos meten en el cerebro a través de la pequeña pantalla?

Cualquiera de nosotros sabe por experiencia que, cuando empieza el bloque de anuncios a determinadas horas, uno puede levantarse y preparar la cena, llamar a un amigo, pasar por el cuarto de baño, mirar si los niños están dormidos... y aún llega a tiempo de ver unos cuantos anuncios. La reforma de la directiva mantiene que no podrá haber más de 12 minutos por hora, aunque en determinados horarios se autorizan ¡hasta veinte minutos por hora!, eso sí, en dos bloques de diez. Y, además, suprime la obligación de que haya intervalos de veinte minutos entre anuncio y anuncio. Es decir que nos pueden meter un anuncio de treinta segundos cada tres o cuatro minutos y quedarse tan panchos. Si no les parece suficiente, la directiva permite -es decir no tolera ni prohibe-, permite aumentar el volumen del sonido, lo que a veces es una subida escandalosa, durante los anuncios. Habrá que comprarse unos tapones.  

La publicidad no es mala y a veces tiene más calidad que la mayoría de los programas, pero cuando invade el territorio propio, impide ver una película o un programa con la mínima continuidad, y uno tiene que enarbolar el mando apuntando al televisor para que no te sorprenda el grito de los anuncios, en lugar de ser publicidad es tormento.  Yo creía que los ministros de Cultura de la Unión Europea estaban para proteger a los ciudadanos y no para dejarles sordos. Tal vez es que los pobres no tienen tiempo de ver la televisión.

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