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Adiós a la América de John Wayne... y Schwarzenegger

miércoles 05 de noviembre de 2008, 06:51h
Sí, una nueva era, nada menos, ha empezado, y aún no podemos ponerle nombre. Ahora sí que ha empezado el siglo XXI. Los wasp (blancos, anglosajones, protestantes) han dejado de ser quienes mandan en el país más fuerte e influyente de la tierra. La América progresista, la costera, ha desbancado a la América profunda, digámoslo así para simplificar y a la vista del mapa electoral tras este martes tremendo. Un hombre joven (47 años), progresista (en América, liberal), de raza negra y con un historial al menos sorprendente, ha llegado a la Casa Blanca. El hombre que mayor poder va a tener en el mundo.

Y el mundo que Barack Obama se va a encontrar está viviendo un auténtico terremoto. Obama se tendrá que enfrentar nada menos que a esa refundación del capitalismo que ya se nos anuncia. Y a un conflicto de civilizaciones que presumiblemente no va amainar por el hecho de que quien gobierna en Washington no sea el mandatario típico, hasta ahora, en los Estados Unidos. Y tendrá que reconstruir Irak, país borrado de la faz del planeta por una Administración Bush que ha tenido una trayectoria catastrófica, cuyo reverso tendrá que ser la Administración Obama.

Una nueva era, en suma. McCain, que ha perdido por poco, representaba lo viejo, y su 'ticket' electoral, Sarah Palin, representaba un tremendo error; la América clásica, la de los imponentes Buick, la desolladora de alces, la de los cowboys y las películas de John Wayne. También la América de Arnold Schwarzenegger, el actor reconvertido a político que defiende los viejos valores desde el estado de California. De eso ya no va a quedar casi nada. Un hombre de 47 años que parece aún más joven, en parte descendiente de africanos, representante de esos marginados que supieron ganarse a pulso un puesto privilegiado en la sociedad -aunque él estuviese entre los privilegiados; tuvo suerte hasta en su nacimiento-, ha llegado al despacho oval, desde donde se toman las últimas decisiones que afectan a cientos, miles, de millones de personas. A todos.

Pensamos que para España este cambio es una buena noticia. Para socialistas y 'populares'. Que ninguno cometa el error de considerar ‘suya’ esta victoria. Bush ha sido un castigo para los españoles, no solamente para ese gobierno Zapatero que tantos errores cometió respecto de los Estados Unidos. Las relaciones, sin duda, mejorarán, el entendimiento también. No está el mundo, al menos el mundo occidental, para grandes rencillas por un quítame allá esa bandera, cuando se reclaman soluciones duras, difíciles, conjuntas, para salir de la crisis más extraña que la humanidad haya vivido jamás.
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