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Tenemos que hacer autocrítica, claro

Tenemos que hacer autocrítica, claro

sábado 08 de noviembre de 2008, 09:40h
Muchos periódicos, de papel y digitales, se lanzaban ayer a publicar duras diatribas contra el presidente Zapatero porque no había conseguido ser llamado por el triunfador Obama, quien sí había telefoneado a otros líderes de esos que en nuestros pagos se consideran ‘secundarios’. Nosotros mismos nos permitíamos incluir una dosis de humor sarcástico en nuestros comentarios acerca de las cualidades diplomáticas de ZP y de sus ‘ambiciosos’ planes acerca de la representación que España pueda tener en la reunión, importantísima aunque algunos quieran devaluarla, de mediados de este mes en Washington.

    Pero el viernes por la noche se sabía que Obama sí había telefoneado a Zapatero –hablaron diez minutos, lo que no es mucho, ciertamente, pero algo es—y que le había prometido que las relaciones bilaterales se incrementarán. Algún periódico tuvo que tragarse cierto comentario aparecido en su primera edición. Era el mismo día en el que, por fin, se había confirmado que el presidente español estará en el encuentro convocado por Bush, le guste a o no al aún presidente americano que su no tan buen amigo ZP esté allí sentado, al amparo de Sarkozy.

    Qué duda cabe de que el favor que el presidente galo ha prestado a la diplomacia de Zapatero habrá de tener sus contrapartidas –que aún desconocemos--. Pero así es el mundo, así es la vida: sea cual fuere el pago que hayamos de dar los españoles al inquieto e inquietante ‘Sarko’, estará bien empleado. Porque España tenía que estar en Washinton, sea del tamaño y el formato que sea la silla en la que ZP repose sus afanes y desde la que lance su voz al mundo. Que es de suponer que, con todo el lío que ha armado para estar allí, algo dirá, al margen de lanzar ‘urbi et orbi’ lo que él mismo ha calificado como “un mensaje progresista”.

    Ya sabemos que ZP, que se quiere a sí mismo el Obama de la coyuntura hispana –o hasta europea, que la ambición no conoce fronteras ni barreras--, tiene una política exterior algo errática, que ha cometido errores de libro, dislates sin cuento. Pero calificar, como se ha calificado, de “mendicante” su actividad de estas últimas semanas en busca de un asiento entre los G-20 es un error. O un desenfoque voluntario y sectario. Como regodearse en la (falsa, como se ha visto) apreciación de que Obama nos desdeña, un regodeo que muestra, por cierto, un escaso sentido de Estado.

     Esta vez, ZP lo ha hecho bien, y así tenemos que decirlo. Ahora, le queda afinar el mensaje en Washington, que no puede ser, nos parece, una más de sus proclamas buenistas sin mayores contenidos concretos, aunque tampoco sobrará que alguien, en el concierto mundial, lance alguna proclama a favor de la utopía; puede que la crisis sirva, al menos, para construir un mundo algo más justo, en el que no reine, como tantas veces ha sucedido hasta ahora, la rapiña.

Tenemos los medios informativos en general, nos parece, que hacer autocrítica. No puede ser que todo lo que emprende el gobernante esté mal hecho, como quieren algunos comentaristas, ni que todo sea acertado, como quisieran otros (menos). A ZP le hemos criticado sus muchos errores, su falta de profundidad. Ahora tenemos que elogiar que haya logrado que España, representada por él porque así toca, esté en la foto de Washington, que es mucho mejor que estar en aquella desdichada foto de Las Azores. Se abre una nueva era y nuestro país tiene que estar etre los retratados a la hora de definir lo que puede ser un nuevo Bretton Woods, rompiendo un orden económico mundial que ha durado sesenta y cuatro años, pero que ya no da más de sí.


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