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El carajal ferroviario de BCN

El carajal ferroviario de BCN

jueves 16 de noviembre de 2006, 18:54h

El todavía consejero de Política Territorial de la Generalitat de Catalunya, Joaquim Nadal, se encuentra con la terrible papeleta del tremendo carajal que se ha transformado la red de cercanías de la capital catalana. Cuando no es una cosa es otra. Si las obras del AVE cortan un día toda la señalización, esas mismas obras, poco después, destrozan la catenaria y con ello, dejan sin fluido eléctrico a todos los trenes que circulan en 100 kilómetros a la redonda. Renfe mira para otro lado y le carga la culpa a Adif, el administrador de las infraestructuras ferroviarias, quien, evidentemente, no la asume y le pasa el muerto a las empresas contratistas de las obras. Es como en la mili de antes, que las reclamaciones, al maestro armero.

Si las incidencias sucediesen de uvas a peras, aún se comprendería este tuya/no,tuya, en el que se han metido empresas ferroviarias, constructoras y todas las administraciones públicas. La Generalitat debería pedir cuanto antes el traspaso –así se acordó en la negociación del nuevo Estatut(o)--, pero sólo cuando este en condiciones reales de poner coto y remedio al tremendo carajal ferroviario. Cientos de miles de ciudadanos, cuando no es por una cosa es por otra, se ven afectados en sus desplazamientos. Renfe, con ellos, ejerce de estricta gobernanta, añadiendo, las más de las veces, el menosprecio a la injuria de las averías.

Hasta entonces, el Ministerio de Fomento, le guste o no a su titular, Magdalena Álvarez, es el responsable máximo del desaguisado. Es Fomento quien tiene las competencias y la potestad de meter en cintura tanto a Renfe como a Adif. Y no lo hace. Porque cesar al jefe de cercanías de Renfe, y hacerlo tarde y mal, no es hacer prácticamente nada. El que debería caer ya es el presidente de la compañía, José Salgueiro, dada su incapacidad para gestionarla adecuadamente.

Y el conjunto de fuerzas políticas catalanas incluyendo las tres que, la semana próxima, formarán parte del nuevo gobierno, deberían obsesionarse muchísimo menos con el aeropuerto del Prat, infraestructura cuyo traspaso el Gobierno central no contempla, y meterse más en la resolución de los graves problemas que afectan a los ferrocarriles de cercanías, pieza clave en la movilidad ciudadana de la conurbación de Barcelona.  Ya han predicado bastante. Ahora se trata de dar el trigo una gestión eficaz de los transportes públicos.

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