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Comienzan los realojos de El Cañaveral

miércoles 03 de diciembre de 2008, 18:38h
Aunque aún faltan algunas semanas para Navidad, siete de las 111 familias gitanas que todavía residen en el núcleo chabolista de El Cañaveral, en Vicálvaro, han recibido este miércoles un regalo anticipado: han sido realojados en viviendas de altura situadas en distritos del sur de la capital, sobre todo en San Blas.
Son las seis de la mañana y la lumbre junto a la que Ángela, José y sus hijos intentan engañar al frío no es la única que ilumina El Cañaveral, ya que otras siete familias han madrugado para empaquetar sus pertenencias y cargarlas en sus furgonetas, en las que no queda ni un solo hueco para almacenar chatarra, su principal fuente de ingresos.

"Antes bastaba con llenar la mitad de la furgoneta de chatarra para ir tirando, pero con esto de la crisis tenemos que llenarla entera", comenta Daniel, de 25 años, que comienza "su nueva vida", junto a su mujer Sonia y sus dos hijos, Israel y el pequeño Noé, que celebra en un par de días su primer año de vida.

Las familias al completo y sus vecinos presencian cómo la excavadora, a compás de flamenco, Camarón y palmas, destruye la que ha sido su residencia "desde los seis años", matiza Sonia, cuya casa ha sido de las últimas en caer y que confiesa "sentir nostalgia, aunque no tristeza" ante el derrumbe.

"Hace sólo diez días que me comunicaron el realojo y lo había solicitado apenas una semana antes. Ha ido todo muy rápido", explica sorprendida Sonia, rodeada de niños que celebran entre el lodo y los escombros "su día libre de colegio".

Desde una distancia prudencial, las trabajadoras sociales del Instituto de Realojamiento e Integración Social de la Comunidad de Madrid (IRIS), como Berta, sonríen de manera cómplice a Sonia y el resto de familias. "Los ves todos los días, te cuentan sus problemas y, aunque intentas distanciarte emocionalmente, es inevitable que te impliques con ellos", asegura Berta.

Los realojados, explica el gerente del IRIS, Javier Ramírez, han de cumplir una serie de requisitos: ser mayor de edad y formar una unidad familiar con hijos, residir y estar empadronados en el barrio afectado antes del 31 de diciembre de 2004 para evitar "el efecto llamada" en otras provincias y no poseer bienes inmuebles en todo el territorio nacional.

Los realojos se suelen producir en distritos cercanos como San Blas y Vallecas para no interferir en la escolarización de los niños, aunque nunca se traslada a más de una familia en el mismo bloque, para evitar la creación de guetos.

Sin embargo, a las familias realojadas "no se les regala la vivienda", defiende el gerente del IRIS, sino que éste compra los pisos en el mercado y se las alquila, a un precio asequible, que suele oscilar entre los 80 y los 150 euros.

Sonia pagará 93 euros de alquiler y 24 de comunidad por un cuarto piso, de unos setenta metros cuadrados, ubicado en la calle Patriarca San José, aunque no tiene opción a compra. Sus hijos se muestran encantados con la bañera, el agua caliente y la luz. "Es una sensación muy rara, todo está tan limpio y yo estoy acostumbrada a estar entre ratas y suciedad".

A partir de ahora, el IRIS realizará un seguimiento individualizado de cada familia, que puede prolongarse hasta cinco años, para asegurar la integración social de la familia. Hasta ahora catorce personas de El Cañaveral ya han sido realojadas y se espera que el desmantelamiento se prolongue hasta el próximo verano.

Estos realojos se incluyen en el acuerdo firmado el 29 de octubre entre la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento para erradicar el chabolismo en el "barrio de tipología especial" de Mimbreras II, en Latina, así como en los núcleos de Santa Catalina, en Puente de Vallecas y El Ventorro, en Villaverde.
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