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La oposición como “movimiento”

La oposición como “movimiento”

sábado 20 de diciembre de 2008, 09:52h

Los dirigentes opositores que trabajan para articular un acuerdo electoral para 2009 y, eventualmente, para 2011 podrían formularse algunas preguntas:

   1. ¿La idea de oposición empieza y termina en un enfrentamiento con Néstor Kirchner?

    2. ¿Siendo el gobierno peronista, la incorporación de dirigentes peronistas al acuerdo opositor es solo una “concesión” dictada por la necesidad?

    3. ¿Se pedirá, para asociarse, que cada uno presente su ADN político y una comisión de notables dará su veredicto sobre la calidad de los candidatos?

    4. ¿Será la coincidencia ideológica una de los requisitos para incorporarse al club?

 Si las cuatro preguntas anteriores tuvieran una respuesta afirmativa el gobierno puede dormir tranquilo. La experiencia exitosa de conservadores, radicales y peronistas –los tres grandes movimientos de la historia argentina- dice que la respuesta a esas cuatro preguntas fue, siempre, no.

 Si bien la política práctica contiene una alta dosis de acciones negativas, estos movimientos fueron impulsados, cada uno de ellos, por una propuesta creativa.

 Construir una nación en un desierto, incorporar a todos los habitantes al proceso político e implementar la justicia social fueron superiores, siempre, a los discursos negativos. Sin embargo, muchas veces las imágenes negativas prevalecieron y algunas sobreviven hasta hoy. Como en una campaña de marketing que simplifica las propuestas se supuso que, el mensaje en los tres casos, lo era todo: la lucha de los conservadores contra la “barbarie”, la de los radicales contra “el régimen” y la de los peronistas contra la “oligarquía”.

 La realidad dice, en cambio, que para organizar con éxito esos tres viajes a través del tiempo, conservadores, radicales y peronistas, sumaron. Enseñaron que en política la historia cambia, solo, cuando se suma.

 En las tres experiencias hubo dirigentes del pasado que adhirieron a las nuevas propuestas. Cualquiera puede hacer una lista de rosistas que trabajaron en el proceso de la organización nacional, de dirigentes conservadores que se incorporaron a lo que se llamaría, ahora, el ala “derecha” del radicalismo; de conservadores y radicales que migraron no solo para fundar al peronismo sino, también, para sostenerlo en el regreso del mismo Perón en 1973.

 Sin embargo hoy, a diferencia de las tres experiencias anteriores, han aparecido elementos nuevos -con los que hay que convivir- para organizar una oposición real, nueva y genuina.

 1. La feroz visibilidad de la vida pública actual que no existía hace 60 años. No hay negociación reservada, ni la más simple aproximación para solo empezar a conversar, cuyos detalles no aparezcan, casi inmediatamente, en medios gráficos, televisión o radio.

    2. La respetabilidad de los líderes políticos es parte de la nostalgia. La realidad dice que la dirigencia actual, en conjunto, sufre un inmenso desprestigio imposible de imaginar cuando aparecieron cualquiera de los tres movimientos anteriores.

    3. Hay demasiados dirigentes que suponen, para ellos, un destino excepcional. En nombre de este delirio repiten todos los días, como en un juego de chicos: “con éste sí, con éste no”. En el pasado, en cambio, no solo eran menos sino que respondían a un espíritu de cuerpo, a un grupo de pertenencia. Los conservadores eran, entre ellos, como consocios; los radicales, socios renunciantes del viejo club, fundaron otro; mientras tanto, Perón se movió dentro de la columna del ejército, hasta que descubrió la vertebral del sindicalismo.

 Tanto en 2009 como en 2011 es posible que no aparezcan temas -económicos, políticos o sociales- como los que provocaron la aparición de los tres movimientos anteriores.

 Pero el hecho que puede determinar la posibilidad de crear un “movimiento” y no un acuerdo político circunstancial depende si los dirigentes están dispuestos a sumar. A sumar, no solo su propio partido y su propia tropa, sino a todos aquellos de quienes desconfían porque casi no los conoce o porque los conocen demasiado.

 Si se tratara solo de vencer a Kirchner es probable que Kirchner siga gobernando. No solo porque tiene el poder sino porque esta dispuesto a jugar los recursos de ese poder, casi sin límites. En este punto, hay más posibilidades de que pierda el poder por errores propios que por una alianza circunstancial de la oposición para derrotarlo.

 Feliz Navidad !!!

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