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Papá Noel y Papá Evo

Papá Noel y Papá Evo

sábado 20 de diciembre de 2008, 14:25h

En estas épocas de cambio, es muy complicado definir si debemos dirigir nuestras solicitudes de venturas para el próximo año al Papá Noel o al Niñito Dios.

El Gobierno nacional y sus principales representantes se han propuesto destruir el capitalismo; si no hay capitalismo, no hay consumismo, no hay regalos, no hay Papá Noel. Centenares de duendecillos que se ocupaban de los juguetes para los niños bolivianos quedarán desempleados, varios renos sin trineos que tirar y un par de canosos representantes de la tercera edad se quedarán ociosos —el Bono Dignidad no será compensación a su retiro—, sin mencionar los centenares de personas que se movilizan cada Navidad para recolectar juguetes, repartirlos y colaborar al viejito pascuero y alegrar a esos consumistas niños que quieren jugar.

Por otra parte, como parece que el Gobierno se ha propuesto descalificar a la Iglesia Católica y a todo lo que representa, para cooptar todo el poder ideológico y dirigir las energías populares no a la práctica de la fe, sino del dogma, del dogma revolucionario, y como decía Carlos Marx —que por cierto tenía un pésimo concepto de Bolívar y el resto de los caudillos latinoamericanos— “la religión es el opio del pueblo”. Probablemente el Niñito Dios ha quedado bastante desprestigiado en los últimos 35 meses y sean cada vez menos los pequeños que crean que la superación de los males se encuentra en la práctica de los preceptos divinos y en las leyes divinas, por ejemplo: “todo lo que va, vuelve multiplicado”. ¿Qué da el Gobierno?, ¿qué le volverá? ¿A quién le cantarán los villancicos si no es al Niñito? ¿Será a Papá Evo?

En fin, si no es Papá Noel y no es el Niñito Dios, será entonces a Papá Evo a quien en su absoluto caudillismo, casi mesiánico, habrá que pedirle algunas cosillas:

Tribunal Constitucional completo e imparcial; Corte Nacional Electoral confiable, transparente e independiente; Parlamento representativo y sin cercos; Poder Judicial independiente; ministros honestos y capaces; gasolina, diesel y gas domiciliario suficiente para cubrir la demanda interna; libertad de expresión; gestión pública eficiente y transparente; menos procesos electorales y referendarios y más resultados de gestión; menos rentismo y más inversión productiva; menos discursos y fotos de campaña y más consensos con la oposición regional; menos acuerdos parlamentarios entre gallos, ex gallos y pitufos a la medianoche y más acuerdos de cara al país; Fuerzas Armadas independientes y respetadas por Hugo Chávez; más asesores locales menos asesores cubanos; menos hectáreas de cultivo de coca para el mercado ilegal; menos intromisión externa en asuntos internos llámese EEUU, Unasur, OEA o Mattarollos,; menos odio y resentimiento; más consenso y tolerancia; respeto a los periodistas; medios de comunicación estatales plurales y equilibrados; que no haya fraude en el referéndum constitucional; respeto a la ley y a las instituciones, y que no gobierne por decretos.

Que conste que lo que pido no es sólo para mí, pretendo compartirlo con quienes aún creen en la democracia y en el espíritu nacional, además de portar el espíritu navideño.

Al señor presidente Morales le deseo buena salud para que no lo hagan mártir, y para todos ustedes, amables lectores y lectoras, una Feliz Navidad con las bendiciones de Papá Dios y... ¡que se cumplan sus buenos deseos!

*Jimena Costa B.
es analista .

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