Feliz año peor

Ni tengo blog ni estoy en facebook. Pero si me diera por ser mas enrollado con las nuevas tecnologías colgaría inmediatamente todas mis fotografías con sonrisa de oreja a oreja, las fotos robadas a mis amigos con cara de estar pasándoselo bien, los mensajes de “muy bueno lo tuyo” que el jefe Jáuregui no me manda, los de todo conocido o allegado que me cuenta que le va bien… Todo lo necesario, en fin para recordar para siempre tal como éramos. Porque aunque nadie sabe nada de nada todas las previsiones coinciden en que la fiesta se acabó, se acabó el rollito guay.

    Nunca supe nada de stock options, ni de hipotecas subprime; hace solo unos meses no me hubieran dejado ni entrar en una sede de Leman Brothers sin un exhaustivo control previo y, por supuesto, hasta hace unas semanas ni había oído hablar de Bernard Madoff. Pertenezco a la mayoría cotizante del IVA, el IBI, el IRPF, el SER… Y solo sé que disfruto del privilegio de tener un trabajo en el que me esfuerzo hasta para que jefe Jáuregui algún día me diga lo de mi bueno lo tuyo. Pero es inútil. Pagaré como todos la crisis que no hemos creado.

Por eso lo único que se me ocurre en estas horas de buenos deseos es cogerle prestado al añejo Cambio16 del gran Juan Tomás de Salas aquel titular suyo, “!Feliz año peor!” que hizo escuela y que resumía, como pocas veces lo ha hecho un titular toda la incertidumbre, la angustia y la desesperanza de las horas previas a una época en la que, seguro, seguro, lo más revolucionario que se puede hacer es sobrevivir.