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El regreso de la San Gil

martes 06 de enero de 2009, 17:01h

Malegro. No es una errata, es una expresión que ha convertido cada mañana en un saludo normalizado Carlos Herrera, pero que en esta ocasión hago mío para celebrar la recuperación pública de María San Gil.

Lo de la San Gil es un arcano inescrutable y como tal provoca la necesidad intelectual y moral de desentrañarlo y ahora que reaparece me tranquilizo algo porque entiendo que es una de los nuestros (de todos los que tenemos vergüenza) y no era asumible ni su silencio ni su desaparición política.

A la San Gil han estado a punto de hacerla desaparecer ETA, el cáncer y su propio partido. Ella sigue guardando para sí misma cómo eran los ojos asesinos de Chapote (el día 30 de Noviembre del 2006 escribí un articulo en diariocritico titulado “Los cojones de la San Gil) cómo fue su quimioterapia y cómo fue su desconfianza en los suyos, pero ahora ha decidido volver y ésta es una excelente noticia.

Se incorpora a FAES, de la mano de José María Aznar como colaboradora de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales y este próximo miércoles intervendrá en un encuentro de jóveneslíderes latinoamericanos, que se celebrará en Santiago de Chile.

Su discurso seguirá siendo una referencia de valentía moral allá donde lo pronuncie, y seguro que ayudará a Antonio Basagoiti, un hombre joven y valiente como ella que asume ahora el reto de hacer posible un gobierno no nacionalista en el país vasco.

No son tan distintos, aunque a cada uno le ha tocado un tiempo político.

Patxi López, líder de los socialistas y ojalá próximo Lendakari, no aguantaba los reproches de María porque era mucho San Gil cargada de razón y fundada desconfianza. Ahora toca otro momento.

Creo que los políticos vascos no nacionalistas (salvo Ezquer Batúa que es la expresión más chaquetera del oportunismo sin ideología) son necesarios en el debate y la acción democrática en Euskadi y en el resto de España, y el regreso de la San Gil es una buena noticia, porque sobran los que sobran pero estamos escasos de los que faltan.
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