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Malos tiempos para la libertad de expresión

martes 06 de enero de 2009, 16:44h
Definitivamente, no vivimos muy buenos tiempos para la libertad de expresión e información. Parece que, cuantos más medios informativos proliferan, cuanto mejores sean las vías de comunicación, como esa maravillosa autopista de Internet, menos informados se quiere tener a los ciudadanos. Que Israel, con el apagón informativo que ha propiciado para practicar sus desmanes contra la población civil de Gaza, siga siendo considerado internacionalmente una democracia, no alienta precisamente nuestras esperanzas. Y el ejemplo cunde. Sin ánimo, desde luego, de comparar, tenemos que denunciar desde aquí las maniobras contra una información limpia y honesta en la Red -maniobras que van desde el spam hasta la invasión de pornografía, pasando por los chantajes y conjuras delictivas de todo tipo: algunos ejemplos, que nos afectan, aportaremos aquí en breve, y los pondremos en las manos, bastante inactivas hasta ahora, de las autoridades. Y tenemos que denunciar las ‘ruedas de prensa sin preguntas’ o casi sin ellas, y los vetos a los informadores como el ocurrido este martes con motivo de la Pascua Militar.

Los poderes se alían contra la información, que fue -ingenuos nosotros- definida como el cuarto poder. Contra ese cuarto poder conspiran los ejecutivos, los legislativos , los judiciales y todos esos ‘poderes fácticos’ que operan activamente contra la transparencia y contra esa máxima sacrosanta según la cual “noticia es todo aquello que alguien no quiere que se publique”. Vivimos en la era del comunicado oficial, de la información oficiosa, de las noticias de empresa o institucionales que se publican tal cual, como las imágenes y los vídeos que llegan por los conductos administrativos. Olvidando que la información ha de ser el bien más precisado para la persona, tras la vida y la integridad física.

Que las democracias restrinjan las libertades relativas a la comunicación y su completa circulación nos parece enormemente preocupante. Que los periodistas no puedan acceder, por prescripción oficial, a las fuentes informativas más que cuando y donde esas fuentes consideren (para ellas) conveniente, es una subversión de elementales principios democráticos. Y aquí queremos, mientras podamos, expresar nuestra enorme preocupación. Y dejar constancia de que no creemos que la proliferación de blogs, o el incremento de lo que ha dado en llamarse ‘periodismo ciudadano’ sirvan suficientemente para paliar esas carencias.

¿Hacia dónde caminan las democracias occidentales?
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