El secretario de Organización animaba a aplauidr al jefe

Ya se sabe que los políticos son muy disciplinados con las esturcturas del poder de sus partidos, y aún más con sus jefes. Y uno de ellos es 'Pepiño' Blanco, secretario de Organización del PSOE, que se pasó la intervención de Zapatero animando a aplaudir a los asistentes, por cierto bastante reacios a ello. De modo que las tibias ovaciones que escuchó 'el jefe' se deben más a Blanco que a que sus palabras hubieran calado.

Además, 'Pepiño' lo hacía de una manera muy infantil: marcando el ritmo con manos y pies sobre su pupitre para que los demás le siguieran-de mala gana- , e incluso moviéndose ostensiblemente. Hasta llegó a mirar a algunos de ellos en demanda de mayor entusiasmo ovacionador.

Otra de las cuestiones curiosas, al margen de la puntualidad de Zapatero, que llegó a las nueve y sorprendió aún con los preparativos de la reunión, fue que ninguno de los miembros del partido hiciera declaraciones, a excepción de Pedro Zerolo y Patxi López, que cambiaron unas palabras con los periodistas, pero más de protocolo que otra cosa, y no oficiales.

Claro que los que no pudieron hablar con nadie fueron los ausentes, de los cuales el que se llevó las mayores críticas fue Pasqual Maragall, que sabiendo desde hace fechas la de esta convocatoria, optó por un viaje particular a París y se quitó de enmedio. Eso sí, quizás de esta manera logró que se hablara más (y mal) de él que si hubiera asistido.

Y señalar también que  entre las 20 peticiones de palabra que hubo ya en la reunión a puerta cerrada, destacó la de José Montilla, quizás para coger el protagonismo de Maragall. Y es que no es habitual que un miembro de la Ejecutiva lo haga, máxime cuando estaban por allí Miquel Iceta y Manuela de Madre. Se supone que las críticas de algunos socialistas al tripartito le llevaron al menos a dar la cara, y lo hizo tan bien, que hasta fue ovacionado.

Y destacar, por último, que durante estas intervenciones, el ministro Juan Fernando López Aguilar, aspirante a presidir Canarias en mayo de 2007,  y Rodríguez  Ibarra, presidente de Extremadura hasta esa fecha, prestaron especial atención, pero haciendo otra cosa a la vez: el primero, sus habituales dibujos, que luego se lleva; el otro, tomando apuntes de todo lo que se decía, y que luego también se llevó. ¿Qué apuntaría Ibarra?