Histeria absoluta para salvaguardar al nuevo presidente en los actos de toma de posesión. Es cierto que se trata de un
acontecimiento sin precedentes y la expectación supera todos los récords. Se espera que vayan más de 2 millones de personas a Washington y eso supone la presencia de 40.000 agentes de seguridad, incluidos 10.000 soldados de la Guardia Nacional. El centro de Washington, un área de 5,6 kilómetros cuadrados, quedará cerrado a cal y canto y habrá incluso varios litros de sangre válidos para
Obama, en caso de un atentado. Tal es el temor que hasta están prohibidas las bolsas que no tengan un tamaño muy reducido, los paraguas (esperemos que no llueva para no ver una sopa humana) y las sillas de ruedas. Todo es entendible, pero llama la atención que los discapacitados no puedan acceder a los actos. Los habrá, seguro, en áreas especiales. Pero esta prohibición impide su libre acceso.