Los socialistas cierran filas ante Zapatero y sus políticas sobre el proceso de paz y se 'pelean' por el agua

Estos tibios reproches vinieron de José Acosta y del dirigente de Izquierda Socialista Juan Antonio Barrios. Ambos cuestionaron el procedimiento y la ausencia de primarias pero sin descalificaciones al candidato madrileño. Otro momento de fricción lo protagonizaron el presidente castellano-Ignaci Pla, fueron de los pocos dirigentes que pusieron la nota discordante de la jornada

Después de escuchar el largo y tedioso pero triunfalista discurso de Zapatero, en las que apenas hubo criticas para el  PP, los dirigentes del PSOE que tomaron la palabra se resarcieron y atacaron la estrategia del partido de la oposición de utilizar el terrorismo de manera partidista y con fines electorales. Algo que valió calificativos como “escandaloso” por parte del aragonés Marcelino Iglesias y de “indecente” por parte del extremeño Paco Fuentes.

De hecho, Rodríguez Zapatero pasó el examen con ‘nota alta’. De las más de veinte intervenciones que se realizaron los dirigentes del partido a lo largo de la jornada, ninguna fue para afearle para reprocharle nada. El apoyo cerrado al proceso de paz fue  unánime y salvo el secretario general de los socialistas vascos,  Patxi López, que no ocultó cierta preocupación por la delicada situación que atraviesa, todos apostaron por seguir intentándolo. La misma línea y apuesta que realizó Zapatero.

Caducidad al trasvase

El   momento de mayor  tensión se suscitó por culpa de la política del agua y  la decisión  de Castilla La Mancha y Aragón de poner fecha de caducidad a los trasvases, lo que les ha enfrentado con las comunidades de Valencia y Murcia.

De hecho, los presidente castellano manchego, José María Barreda, y el líder de los socialistas valencianos, Juan Ignaci Pla, fueron de los pocos dirigentes que pusieron la nota discordante de la jornada.

La primera ‘piedra’ la lanzó Pla al criticar que se haga “electoralismo” con las reformas estatutarias y acusar veladamente a Barreda y a los socialistas aragoneses de  haber incumplido “el pacto de solidaridad” con el resto de las autonomías con el tema del agua.  Pla exigió a sus compañeros autonómicos “cohesión territorial” y reclamó “lealtad” con el Estado en un asunto que a su juicio es de “interés general”.

Su intervención provocó la rápida réplica de Barreda quien, según la versión que él mismo ofreció a los periodistas en los pasillos, destacó que en Castilla La Mancha se ha conseguido algo “casi imposible” que es que el PP entre al consenso ” lo que da mucha más fuerza a la reforma estatuaria".

Barreda manifestó que él había hecho una “reflexión” positiva sobre el inicio del Estado de las Autonomías sobre el que “ya no podemos dar marcha atrás”. Pero luego matizó que “el traje se ha quedado pequeño y hemos encargado otro más grande”, recordando que “el Estado confiere ahora muchas más competencias en exclusiva a las autonomías”  y para hacer frente a casi todas, “se requieren contar con el agua”.

Por ello, añadió Barreda, lo que el nuevo Estatuto  de su región plantea es una mayor cogestión, cooperación y co-participación de las Autonomías en todos los organismos que regulan el agua, así como en la Comisión de Explotación del trasvase Tajo Segura.

Dicho esto, el castellano manchego lanzó una puya a Pla al señalar que la obra del trasvase se proyectó  en la época dictatorial “y es necesario revisarla”. En contestación al extremeño Paco Fuentes que también criticó el afán de “querer trocear los ríos”, Barreda preguntó “¿no se pueden trocear, pero, sí se pueden desviar?”.

Sosiego y ovación

Pero la reunión continuó por cauces bastante sosegados. Tan sosegados que hasta el catalán José Montilla – que recibió fuertes aplausos tras defender la reedición  el tripartito y hacer autocrítica a los errores del PSC-  se llevó el respaldo y la ‘bendición’ de todos los asistentes a la reunión y del propio Zapatero, quien en su intervención final comentó:  “sé que Montilla lo hará bien porque lo he tenido varios años de ministro, estoy seguro de que hará una gestión de gobierno seria, socialmente comprometida y entrañable para el conjunto de España”. El President Maragall no acudió a la cita.

Otras voces discordantes fueron las de los dirigentes madrileños, José Acosta y Juan Antonio Barrios, representante de Izquierda Socialista. El primero fue más duro en su crítica al proceso de elección de Miguel Sebastián como candidato al Ayuntamientos de Madrid aunque sin descalificar su figura. Acosta reprochó el culebrón con el que vino precedido, sin olvidarse del episodio de Bono, y la falta de transparencia del proceso que ha creado malestar en el PSM.

“¿Los socialistas madrileños estamos mejor después de Sebastián?”, llegó a preguntarse Acosta. Barrios comparó la designación de Sebastián con la del propio Zapatero a la secretaría  general del PSOE – en la que hubo primarias- y de la socialista francesa, Segolénè Royal, esperando que lo que está ocurriendo ahora (que solo se han hecho primarias en tres sitios) sea “la excepción y no la norma”.

Sin embargo, ni Simancas ni Zapatero sacaron a colación en sus intervenciones el tema. Sólo José Blanco hizo un referencia somera cuando presentó a los cabezas de lista electorales – que fueron aprobados por unanimidad-  destacando que todas estas designaciones se han hecho “respetando los procedimientos y los Estatutos del PSOE”. 



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