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Menos mal que la economía marcha

domingo 19 de noviembre de 2006, 18:08h
Lo dicen, sin circunloquios, en el Partido Socialista, en el Gobierno, en el grupo parlamentario que sustenta al partido en el poder: menos mal que la economía va bien, porque de lo contrario...De lo contrario, puede que los españoles estuviesen en plena desobediencia civil, desertando de las urnas como de la peste y pasando aún más que ahora de eso que inadecuadamente llama política nuestra clase política, perdón por la aparente redundancia, que en el fondo es casi una contradicción, porque ¿hace política de verdad nuestra clase política?
 
Sí, menos mal que la economía va como nunca ha ido, y no precisamente por los méritos de unos gobernantes y de una oposición que saben poco de gobernar y de oponerse. Y que saben casi nada de economía, laus Deo; bueno, de microeconomía sí que saben algunos, al menos hasta donde les llegan los beneficios personales. Resulta que contamos con unas empresas pletóricas de dinamismo, con el valor suficiente para lanzarse a las aventuras exteriores e internas  más arriesgadas --quizá demasiado arriesgadas en ocasiones-- en lugar de conformarse con los beneficios consolidados. Y nos hallamos en una coyuntura sin duda favorable, en lo nacional y en lo internacional, aunque las luces amarillas que indican que los tiempos cambian estén hace ya meses encendidas; pero falta tiempo para que veamos la luz roja del aviso definitivo. Mientras tanto, bienvenido sea el trabajo de los inmigrantes, el consumo de los nacionales y la llegada masiva de esas clase pasivas europeas que fuerza el consumo de cemento para levantar casas, más casas, más.
 
Paella, sol y ladrillos no son las únicas causas del crecimiento económico español, envidia --bien se encarga Zapatero de recordarlo cada vez que se sube a un atril-- de nuestros vecinos y pasmo allende los mares. Sería injusto decir eso. Pero los otros factores de la fortaleza económica española se sitúan en un contexto forzosamente europeo de dependencia casi total: si Europa estornuda, España tiene gripe. Y el Gobierno, al que, entre otras loterías, le ha tocado regentar esta bonanza inusitada, se ha acostumbrado a jugar con estos tiempos ricos en excedentes empresariales, en récords de ganancias bancarias, en consumo familiar desorbitado, en adquisiciones de viviendas que permanecerán vacías durante años, blanqueando ladrillos, perdón dinero. Y, sí: además, el Ejecutivo interviene más de la cuenta; mírese el espectáculo de las opas a granell, por ejemplo. O los intentos de cortar la cabeza de aquellos superempresarios colocados donde están en la era aznarista.
 
Sí, menos mal que, pese al Gobierno y a sus asesores económicos, la economía marcha. Porque lo que es el espectáculo de la política nacional parece cada día más loco, más desazonador. Piensen: ¿qué ocurrirá el día en el que el péndulo económico oscile hacia el otro lado? Puede que sea entonces cuando algún cambio sociológico curioso ocurra. Por ejemplo, que los electores deserten masivamente de las urnas. Y eso es lo que, entre todos, debemos evitar. Comenzando, claro, por los propios políticos, que se están jugando bastante en estos lances efímeros, sectarios, frívolos, revanchistas, en los que con tanta frecuencia se meten.
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