www.diariocritico.com
Por una alternativa al nacionalismo en el País Vasco

Por una alternativa al nacionalismo en el País Vasco

lunes 09 de febrero de 2009, 16:03h
Llevamos casi tres décadas de gobiernos nacionalistas en el País Vasco. Tres décadas en las que, a pesar de lo que algunos piensen, el rumbo siempre ha sido el mismo. Nunca se ha perdido el horizonte, porque el PNV siempre ha tenido muy claras las fronteras. Unas fronteras que no integran, sino que separan. Tres décadas en las que el PNV ha sembrado de forma persistente la semilla del victimismo, del enfrentamiento con España, de la división de los vascos, de la obsesión identitaria, de la primacía de los supuestos derechos de este pueblo por encima de los derechos de las personas. Lo ha hecho desde el poder de las instituciones, desde el control de la educación de nuestros hijos, desde la reinvención de nuestra propia historia.

    Ibarretxe  ha continuado, con especial radicalidad, un camino en el que ha marcado con gestos y acciones las metas políticas del nacionalismo vasco, -la independencia que en campaña electoral el PNV disfraza de autogobierno-, pero en el que no ha resuelto las necesidades reales de los vascos, ni ha necesitado moderar su discurso porque en todo caso ha contado con el explícito apoyo de los socialistas en los últimos cuatro años. Y en estos momentos, son muchos los problemas de una sociedad vasca, aquejadada más que nunca de los perversos efectos de un política centrada en las aspiraciones soberanistas y alejada de las personas.

    El País Vasco, una tierra próspera y dinámica gracias el espíritu emprendedor y capacidad de trabajo de sus ciudadanos, hoy siente más que nunca el desamparo de un Gobierno que se preocupa más de las banderas que cuelgan en sus instituciones, que de tomar medidas que activen la economía y generen empleo, de recuperar la calidad en el sistema sanitario público o de ofrecer una educación basada en la libertad de elección de los padres sobre el futuro que desean para sus hijos.

    Y la crisis económica ha llegado también al País Vasco. Llegó mucho antes de que el Gobierno del PNV quisiera reconocerlo, y ha llegado con especial crudeza, evidenciando además la crisis política que existe en esta tierra. Ya son  más de 110.000 los vascos que viven el drama del desempleo, (un número que cada mes crece por encima de la media nacional), otros muchos sufren la incertidumbre de expedientes de regulación de empleo en numerosas empresas vascas, mientras la inflación se dispara, el consumo se resiente, la actividad económica desciende de manera ostensible...  Y nadie puede descartar que la economía vasca entre este año en recesión.

    Este es el escenario en el que los vascos nos enfrentamos a las elecciones autonómicas el próximo día 1 de marzo. Será el momento en que los ciudadanos tengamos que decidir si apostamos por mantener el modelo actual; el del agotado Plan Ibarretxe, que busca deslegitimar las instituciones desde dentro, que proyecta el desbordamiento del marco jurídico en nombre del “derecho a decidir de todos los vascos” y que pone en riesgo nuestra convivencia, no sólo amenazada por el terrorismo etarra, sino también por  un proyecto político en crisis. Igual que nuestra economía.

    Mientras tanto, Patxi López agita la bandera del cambio. Un cambio que sólo los más entregados se creen, puesto que basta recordar estos últimos cuatro años del Gobierno Ibarretxe, para darse cuenta de que el candidato socialista no se ha perdido ninguna foto. Ha sido el aval del PNV en la aprobación de todos los presupuestos del Gobierno vasco, ha permitido la imposición del euskera como lengua vehicular en todas las etapas educativas, ha compartido también banquillo con el Lehendakari por incumplir la Ley de Partidos –la misma que ahora elogian- tras convertir a ETA en interlocutor político. En suma, el PSE-EE ha sido cómplice de Ibarretxe en un pacto de necesidad política, que busca reeditar tras las elecciones.

    Patxi López no representa ninguna alternativa al PNV, porque su discurso está más orientado a gustar a los nacionalistas que a promover realmente políticas de cambio en el País Vasco. Mientras el PNV habla de un “Estatuto incumplido”, de la necesidad de profundizar en el autogobierno y de un Concierto Político bilateral con el Estado, el PSE-EE propone a Ibarretxe diálogo para actualizar el autogobierno, cerrar las transferencias pendientes y un nuevo Estatuto. Esa es la realidad de dos partidos que cada día acercan posturas y se hacen guiños, mientras miran de reojo hacia Madrid, conscientes del apoyo que los nacionalistas representan para el Gobierno Zapatero.

Y es cierto que ahora más que nunca Euskadi necesita un cambio. Pero ese cambio no puede venir de la mano del PNV, ni del PSE-EE, porque ambos se han demostrado incapaces de ofrecer un proyecto político que termine con la resignación de los vascos, atónitos ante los estériles debates que cada día se producen en el Parlamento vasco. Es el momento del cambio con letras mayúsculas, que no es el cambio de personas, sino el cambio en las políticas del Gobierno vasco, que sólo garantiza el Partido Popular.

    El proyecto que lidera Antonio Basagoiti en el País Vasco está al margen de las coyunturas políticas, porque es el proyecto de la libertad. La libertad a la hora de elegir la educación de nuestros hijos, la libertad necesaria para desarrollar nuestro futuro profesional, la libertad que proporciona la generación de oportunidades en todos los ámbitos de nuestra vida... La libertad imprescindible para poder vivir en paz. Una libertad que sólo alcanzaremos con la derrota del terrorismo, a través de un camino que no tiene atajos, ni peajes políticos que condicionen nuestro futuro.

    El País Vasco es hoy uno de los territorios con mayor autogobierno de Europa. La sanidad, la seguridad, el desarrollo industrial, agrario, nuestro bienestar social, la educación o las obras públicas se han gestionado en estos casi treinta años al amparo del Estatuto de Guernica, un texto aprobado con un consenso mayoritario y que supuso el entendimiento entre vascos y con el resto de los españoles. El Gobierno vasco, nuestro Parlamento y cuantos organismos públicos han nacido en las últimas décadas tienen su origen y legitimación en esta Ley, cuyo amparo encontramos en la Constitución. Este es el marco jurídico de nuestra convivencia, cuya defensa ha costado la vida a muchas personas que han difundido su valores y principios, al tiempo que otras renunciaban a su vigencia como punto de encuentro para convertirlo en un instrumento para satisfacer otros proyectos que sólo pueden ser legítimos en el ámbito de la libertad que hoy no existe en el País Vasco.

    En el Partido Popular consideramos que la persona es el centro de la acción política. A cada una de ellas dirigimos nuestro esfuerzo como sujetos de derechos y libertades, como protagonistas de un futuro que podemos construir entre todos. De la fortaleza del Partido Popular depende la posibilidad de un cambio en el rumbo político, económico y social del País Vasco. Un cambio que debe comenzar desde esa mayoría social que apuesta por una convivencia plural, que está dispuesta a trabajar por la modernización y competitividad de este territorio, por la defensa de nuestras señas de identidad, por la resolución de los problemas reales de los ciudadanos, pero no por la consolidación de un proyecto soberanista. Desde el PP hablamos de una nueva alternativa, la única existente ahora mismo al nacionalismo. Una alternativa real, que mira a las personas, que mira al futuro y que hace posible el cambio tan deseado después de treinta años de gobiernos nacionalistas.

* Alfonso Alonso , ex alcalde de Vitoria, diputado del PP por Alava y Presidente del Partido Popular de Álava
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios