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Luchas internas

Luchas internas

lunes 09 de febrero de 2009, 19:56h
La explosión de un coche bomba en la zona del Campo de las Naciones, puesto por ETA a las pocas horas de que el Tribunal Supremo acordara anular las listas presentadas por Askatasuna y Democracia 3 Millones para concurrir a los comicios vascos, debería haber sido la noticia del día. Sin embargo, al igual que pasa cada día con la crisis o el aumento del paro,  todo queda sepultado por la situación interna del PP.

    Ello, aunque muchos piensen lo contrario, no obedece a una confabulación periodística contra este partido sino a la necesidad de salvaguardar la democracia. Los medios de comunicación llevamos semanas hablando, como si de una película o una novela se tratara, de espionaje, de seguimientos personales y hasta familiares, de informes en los que se analiza la actividad institucional y privada del investigado,  así como su patrimonio personal, de sus familias y de sus amigos.

    Llevamos hablando de adjudicaciones sospechosas, de personajes interpuestos, de supuestas empresas tapadera, de familiares que se habrían  beneficiado de determinados contratos. Y  también hablamos de las primeras actuaciones de la Fiscalía de Madrid y, ahora, de la entrada en escena de la Audiencia Nacional con la investigación sobre una presunta trama de corrupción ligada a cargos populares.

    Y antes de todo eso hablamos de cruce de acusaciones, de impugnaciones ante los tribunales de nombramientos en Caja Madrid, de facciones dentro del PP en lucha por hacerse con el control de la cuarta entidad financiera de España.. Y antes incluso lo hicimos, en numerosas ocasiones, de las peleas intestinas dentro del Partido Popular por hacerse un hueco junto o en lugar de Rajoy.

Como se ve no es nada nueva esta preocupación por lo que le ocurre al Partido Popular. A nivel local, por ejemplo, no es que nos interese tan sólo el morbo que puede tener que dos personajes como Ruiz-Gallardón y Aguirre se pongan mutuas zancadillas antes y después de darse besos en actos públicos. Lo que nos interesa, o nos debería interesar al menos a los medios de comunicación, es que todas estas peleas terminan repercutiendo en el gobierno de un municipio como el de la capital, de una comunidad como la madrileña.. Madrid no se puede permitir el lujo de tener paralizados proyectos por la animadversión de nuestros gobernantes locales y autonómicos, como no se puede permitir que resulte dañada la imagen de entidades como el Canal de Isabel II o Caja Madrid.

    Y, a nivel más general, España no puede permitirse el lujo de que el principal partido de la oposición, el único capaz de ofrecer una alternativa de gobierno, haya permitido, por acción u omisión, medrar a determinados individuos cuyas andanzas, reveladas ahora por algunos de los que fueron sus compañeros y víctimas, ponen la carne de gallina y provocan en el electorado la huída y el hastío. Aunque algunos piensen que ello beneficia al PSOE no es verdad: da alas a los que denostan a toda la clase política y es sumamente perjudicial para la democracia.
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