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¿Estamos locos o qué?

Qué ricura de políticos

Qué ricura de políticos

martes 10 de febrero de 2009, 10:49h
 

Qué levante la mano el que se haya extrañado de las detenciones hechas a corruptos relacionados con el PP. Que levante la mano el que se haya quedado con la boca abierta cuando ha leído que ha dimitido (a fuerza ahorcan), por ejemplo, el ya ex alcalde Arturo González Panero.

Lo malo de que los políticos se corrompan es que no nos extrañe, que no nos llame la atención. Es noticia, desde luego, pero a casi nadie escandaliza.

Hay un refrán que dice que no hay nada como sentarse para ver pasar el cadáver de tu enemigo. Me explico. Cuando se casó la hija de Aznar, la dulce Anita Botella, con Alejandro Agag, unos que entonces mandaban mucho nos adiestraron a los que vivíamos en Madrid a convivir con una boda real. En realidad no se casaba nadie de la Familia Real pero bien lo parecía. Yo sufrí no poder acceder por el inicio de la calle Velázquez con mi coche porque estaba cortada por un “acto oficial”. El acto era la despedida de solteros de los novios en una discoteca, Gabana, situada a la entrada de la calle. En un acto de pelotería amén de despotismo al más puro estilo del ilustrado, el entonces concejal del Ayuntamiento de Madrid, Alberto López Viejo, decidió que, para comodidad de novios e invitados, la calle se cerraba. Con dos cojones. Y me perdonan la expresión. Este encanto de político es ahora el dimitido consejero de deportes de la Comunidad de Madrid y que es, al parecer, amigo de Paco Correa, dueño de la empresa que organizaba eventos para el PP y que organizó, of course, la boda de la idílica pareja y que ahora está en prisión preventiva en Soto del Real aunque todavía no sabemos por qué.

Será la justicia la que decida si son o no culpables, serán asimismo los jueces los que, en caso de hallarlos culpables, les indicarán qué condena cumplir. Pero hay una cosa que está clara y esto es un aviso para navegantes. Ojo con la pasta de los contribuyentes. Ojo qué se hace con las concesiones a empresas a dedo (por mucho paripé que haya de concurso por medio) y sobre todo, ojo con creerse Manuel Fraga en épocas doradas del franquismo para barrer las calles de lo que nos molesta. La época de los privilegios para unos pocos se terminó hace mucho tiempo. Oficialmente en 1789 pero en la práctica y en este país, con la llegada de la democracia. Así que recuerden todos y todas por si queda alguna duda que las leyes son para los López, para los Fernández y también para los apellidos rimbombantes, son para los parados y para los cargos públicos (especialmente para ellos porque representan al pueblo).

Pero sobre todo que recuerden que el mando es efímero, que no está para hacer favores a los amigos y mucho menos para enriquecerse. Ojo, no hablo de nadie en concreto porque hasta que la Justicia no diga lo contrario, yo, calladita.

Yo estoy convencida de que en estos momentos mucha gente estará más que cabreada con todo esto. Muy especialmente los que por culpa de la dichosa crisis están pasándolo canutas para llegar a fin de mes pero, eso sí, pagando religiosamente sus impuestos. Todas estas cosas son las que realmente cabrean al ciudadano (a mí la primera), cuando ves que haces el primo si te comparas con los listos que, desde sus grandes despachos, hacen y deshacen a su gusto.

Así que, que cunda el pánico y bien para que tomen nota todos y cada uno de los políticos que tenemos en este país y los listos y listas que se aprovechan de lo público, para evitar en la medida de lo posible que se dejen ya de tanta chorrada y se pongan de una buena vez a trabajar que para eso se les escoge y se les paga.
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