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Palabra de moda: manifestación

Palabra de moda: manifestación

martes 13 de marzo de 2007, 09:26h
Acaso notarán ustedes que en esta columna se repite una determinada palabra con más frecuencia de la que aconsejan los cánones. Pero resulta inevitable, como verán. Si no, ¿cómo contar lo que nos está ocurriendo? Pues eso: lo que está ocurriendo sucede más en las calles que en los despachos, más desde las imprecaciones al cielo que desde el recinto parlamentario.

La manifestación convocada para este sábado próximo por plataformas pacifistas inequívocamente ligadas al Partido Socialista y al Gobierno es un grave error. Un nuevo error. Una manifestación de la que los socialistas ahora tratan de despegarse, ante el éxito de participación de la otra manifestación convocada por el PP el pasado sábado. No irá tanta gente como el pasado sábado a esta nueva ‘manifa’ de actores y nostálgicos de aquellos tiempos en los que todos protestábamos contra la guerra de Irak. Ahora, cuatro años después, nada es lo mismo, la calle divide a los españoles y la crispación se ha enseñoreado de cuantos actos se celebran al margen de las instituciones.

Pese a compartir con los organizadores algunas cosas que se dijeron (no todas, desde luego), no estuve de acuerdo con la multitudinaria convocatoria del pasado sábado, aunque reconocí, claro, el derecho de la oposición a celebrar estos actos callejeros y he de proclamar ahora que la marcha se celebró con bastante orden y corrección, pese a algunos gritos aislados magnificados por una cadena radiofónica considerada cercana al Ejecutivo de Zapatero. Y no estoy tampoco con la convocatoria del sábado que viene por lo mismo: porque contribuye a dividir y coopera poco a fomentar un debate sosegado en el seno de la sociedad española.

Rajoy dijo que la manifestación (la suya, la del sábado pasado) había sido “bonita”. Yo no veo las cosas desde la misma óptica. Tampoco desde el prisma de ciertos dirigentes socialistas, que han acusado al PP de todo lo imaginable, desde la traición al pregolpismo, por haberse echado a la calle. Dos ópticas extremadas, dos españas separadas por un abismo. Lo de siempre; no me parece, la verdad, que eso sea ni bonito, ni sosegado, aunque esté dentro de los límites que ampara una democracia.

Es una equivocación abusar de este tipo de actos multitudinarios. Como, por ejemplo, convocar, también para el sábado que viene, otra manifestación (la palabra de moda, ya digo) en Pamplona, para protestar contra algo que no se ha producido ni existen indicios ciertos de que vaya a producirse: la adhesión de Navarra al País Vasco. Tan absurda resulta esta protesta como el grito, procedente de gargantas políticas opuestas, contra algo que ocurrió hace cuatro años, cuando Aznar nos lanzó, contrariando a la abrumadora mayoría de la opinión pública, a la guerra en Irak. Claro está que se trata de meras proclamas políticas, contra el Gobierno en un caso, contra la oposición, en el otro. Nada que ver con la situación futura de Navarra ni con los tristísimos sucesos en Irak.

Curioso: la situación comienza a ser muy similar a la que vivimos hace cuatro años. Protestas y tensiones callejeras, inminencia de unas elecciones municipales y las elecciones generales a la vista, patente desgaste del Gobierno ante la opinión pública por una decisión impopular, con la consiguiente pérdida de imagen del presidente y el alza en la apreciación popular del jefe de la oposición, hasta entonces algo minimizado…¿Les suena todo esto? Pues eso: que la Historia sirve para no repetir los errores. Excepto aquí y ahora, claro.

 
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