Hoy no ha sido el día Muhannah Almallah Dabas, a quien le piden doce años por pertenencia a organización terrorista. Siempre destaca entre los atuendos deportivos que llevan los prisioneros de la pecera por ir trajeado, aunque sus chillonas corbatas amarillas sobre camisas oscuras le daban siempre un aire un tanto mafioso. Hoy vestía mucho más moderado, traje gris y camisa blanca. Y hasta el amarillo habitual de la corbata se ha decolorado casi hasta el marfil, eso sí con grandes dibujos de pájaros estampados en gris. No era para menos. Se enfrentaba al testimonio de su anterior familia política.
Su ex escuñado, que testificaba protegido, se expresaba temeroso, intentando expresarse en un difícil castellano y a vueltas con una traducción del árabe que por su ineficacia provocó el enfado del presidente Javier Gómez Navarro. Pero al final dijo claro una de las frases más incriminatorias que se han escuchado en el juicio de la Casa de Campo: Dabás me dijo “no voy a descansar hasta que se caigan esas torres”. Al parecer fue en 2002 y pasaban en ese momento por la Plaza de Castilla frente a las torres de Kio.
La persiana de plástico impedía al acusado ver a su cuñado y Dabas miraba muy serio al frente mesándose la exigua perilla que adorna su cabeza enteramente depilada. El relato del testigo cambiaba el panorama de la casa de Virgen del Coro de Madrid, donde vivía el acusado. Según le contara Dabas al Tribunal, en los primeros días del juicio, en ese piso en el que vivía se ganaba unos cientos de euros realquilando habitaciones –casualmente a varios de los demás procesados por el 11M- y reparando lavadoras. Lo que dice ahora su ex cuñado es que aquella casa era un centro casi de adiestramiento y captación de jóvenes para la yihad a la que asistía entre otros Jamal Ahmidan, el Chino, el presunto jefe de la salvajada. Allí y en otras reuniones en la mezquita del Portillo de Toledo se reconocían entre ellos como “Los hermanos de los mártires”.
PALABRA DE EX. Fueron las cosas a peor cuando pegada a la persianilla y oculta tras cortinas testificó su ex mujer, aquella de la que Dabas había dejado dicho en la Vista que tuvo que dejarla porque le quería sacar tantas cosas que hasta le sacó un hijo. Y entonces la mujer recuerda su embarazo tres meses viviendo también en Virgen del Coro. Su marido en la pecera no dejaba de poner caras de guasa o de subrayar alguna de las frases que oía con gestos burlones. Pero se escuchaba perfectamente la voz queda y casi temerosa que afirmaba que allí había libros de Ben Laden y sobre la guerra santa. Y que en las reuniones en las que también estaba Serhane Ben Abdelmajid, “El Tunecino”, considerado el cerebro ideológico del grupo, se visionaban video con “cosas raras”: un tanque aplastando familias, gente enterrada en el desierto solo con la cabeza fuera de la arena o un padre obligado por milicianos a acostarse con su hija.
HERMANO DE SANGRE. Claro que cuando los lazos familiares no son políticos y sí de sangre cambian mucho las cosas. Rachid Aglif, “El conejo” escuchó complacido el testimonio de su hermano Hassam. El fiscal Carlos Bautista preguntaba para remachar su idea de que “El Conejo” actuaba como lugarteniente de “El Chino”. Y obtuvo una respuesta aparentemente cargada de lógica: “Es imposible que Rachid fuera lugarteniente de Jamal Admidan porque éste era muy inteligente y no se podía fiar de un chaval de 20 años”.
RISAS Y LAGRIMAS. Hoy se hacían risas en la pecera, especialmente entre Jamal Zougam, a quien se acusa de poner mochilas con bombas en los tres de la muerte y ¿como nó? el megafashion tontaina Rafá Zohuier al que cada vez más se señala como cocinero de todos los guisos de droga y explosivos del sumario 20/2004. Gómez Bermúdez llamó al orden dos veces y pidió a los policías que custodian la pecera que le informaran si había alteraciones del orden. Justo a esa misma hora centenares de personas salían con lágrimas en los ojos de visitar por dentro el cilindro de cristal de homenaje a las víctimas del 11M, inaugurado el domingo en la estación de Atocha.
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