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Las razones de la aparición de Camps en Madrid

miércoles 11 de marzo de 2009, 08:31h
Tiene razón ABC cuando dice, en una nota de su edición de este miércoles, que la comparecencia del presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, no ha sido oportunista de ahora, cuando el mandatario valenciano está acosado. Esta comparecencia estaba prevista desde comienzos de enero, cuando el 'caso Gürtel' era inimaginable, y la por otra parte absurda acusación de haber recibido como 'cobro en especies' dos trajes de una firma más bien barata, no era ni remotamente pensable. Diariocrítico ha confirmado que la ‘reserva’ del almuerzo-coloquio con Camps estaba hecha desde hace dos meses.

Otra cosa, y esto ABC seguramente lo ignoraba, es la finalidad que esta aparición estelar de Camps tenía; no faltan malpensados que digan que precisamente alguien en la Generalitat pensó que, para estas fechas, podría haber sucedido que un mal resultado en las elecciones gallegas hubiese desgastado a Rajoy, y se hubiesen necesitado figuras emergentes como posible recambio.

Bueno, las cosas, si así, como dicen las ‘gargantas produndas’ en la Generalitat, hubiesen sido planificadas -y sin duda hubiese sido lícito que de esta manera hubiese sido, acorde con la lógica política-, han salido al revés. Aunque el apoyo que toda la cúpula del PP, de todos los sectores del partido, prestó a Camps en el acto de ABC ha servido, en todo caso, para fortalecer al presidente valenciano en medio de la por otra parte algo surrealista operación de acoso en la que se ve sumergido. Porque, como dijo un alto dirigente del PP presente en el almuerzo del diario madrileño, “quién sabe si algunos tendrán que darse golpes de pecho con los ataques por el ‘affaire’ de los trajes de Camps, como nos los hemos tenido que dar algunos con el caso de Pilar Miró”. Que, como usted recordará, fue aquel episodio en el que la entonces directora general socialista de RTVE fue salvajemente descalificada por la oposición por haber realizado compras de ropa y otros objetos de uso personal y escasa cuantía con cargo a fondos del Ente.

Lo malo de Camps, insistían estas fuentes, hubiese sido que el presidente valenciano hubiese disimulado que los trajes eran un regalo. Mentir, en ese caso, hubiese sido peor que el hecho imputado en sí: porque, "si, en efecto, los famosos trajes hubiesen sido un regalo, ¿qué importancia hubiese ello tenido?¿Resulta imaginable que, por un par de trajes de Milano, el presidente de la Generalitat hubiese tomado decisiones por valor de millones de euros?".
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