¿Se acabó la fiesta?
jueves 19 de marzo de 2009, 18:28h
En sólo unos días se cumplirá un año y medio desde que se hizo pública la llamada Operación Guateque. En realidad, el juez Torres trabajaba desde meses antes en ella, pero la noticia no saltó a los medios hasta octubre de 2007. Fue entonces un auténtico vendaval: agentes de la Guardia Civil entrando en despachos de las juntas municipales a la búsqueda de pruebas que incriminaran a funcionarios y/o mandos políticos en una supuesta trama de corrupción en la tramitación de licencias de actividad. Varias personas terminaron en la cárcel, hubo un intento frustrado de comisión de investigación, y corrieron ríos de tinta sobre el asunto, los responsables y las soluciones a aplicar.
Un año y medio después, el Ayuntamiento sigue poniendo en marcha una batería de medidas que, con paciencia y tesón, tal vez tengan resultados. Pero de momento, eso es sólo una posibilidad a largo plazo. Muchas preguntas siguen sin respuesta: ¿continúa el atasco de licencias en las dependencias municipales? porque muchos empresarios se quejaban de que los problemas y retrasos que antes de la Operación Guateque se producían, se habían multiplicado por diez tras esta, haciendo aún más complicado y largo obtener permiso para iniciar una actividad.
Otro misterio es saber qué pasó con esa campaña de especial control de salas de fiesta y discotecas, que llevó al Gobierno municipal a cerrar docenas de locales en diez días. Un "sarampión" que tal y como brotó, desapareció, dejando algunas salas históricas damnificadas -las hay, como La Riviera, que sólo han podido reabrir sus puertas tras meses de cierre-.
La justicia sigue su paso, inexorable, sí, pero tan lento que llega a desesperar. No se ha resuelto aún quiénes fueron responsables directos, quiénes pudieron inducir a esas acciones, quiénes se beneficiaron, si hubo alguna connivencia de algún tipo, y si el problema fue sólo de pillería de algunos funcionarios sin escrúpulos o si ésta se vio avalada por la inacción de los máximos responsables. ¿Hará falta otro año y medio para que sepamos si, definitivamente, se les acabó la fiesta?