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Jambrina, otro ascendido del 11-M

Jambrina, otro ascendido del 11-M

viernes 20 de marzo de 2009, 13:56h
Era comandante de la Guardia Civil y segundo jefe de la Comandancia de Oviedo cuando la masacre del 11-M de 2004, y ahora Francisco Javier Jambrina acaba de ser ascendido a teniente coronel y está a punto de obtener el mando de la Comandancia de Palencia. Es decir, otro responsable de las Comandancias de Oviedo o de Gijón que han sido ascendidos por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, pese a que no se enteraron de las correrías de la llamada trama asturiana que facilitó los explosivos a los autores del 11-M de Madrid.

Según ha sabido Diariocrítico de fuentes solventes, el ya teniente coronel Francisco Javier Jambrina está incluido como ‘número uno’ en la lista para el mando de la Comandancia de Palencia, lo que indicaría que Jambrina sigue imparable su carrera para ser ascendido a general.

Cierto es que, después del 11-M, Jambrina jugó un cierto papel clarificador tanto en la Comisión de Investigación parlamentaria del 11-M como en el sumario que sobre la matanza de Madrid instruyó el juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo. Sobre todo, en lo relativo a la nota de la Unidad Central Operativa (UCO) del 6 de marzo de 2003, de la que sólo obraba copia en la UCO y en la Comandancia de Oviedo.

Esa nota recogía una información que la UCO recibió hacia 2003 –un año antes de los atentado de Madrid- sobre dos individuos asturianos, “Antonio Toro” y “Emilio [posteriormente se supo que se trataba de Emilio Suárez Trashorras]”, que intentaban vender explosivos en Madrid, comprar armas cortas y largas (pistolas y fusiles repetidores), encargar la eliminación de una persona y traficar con cocaína y hachís. Precisamente, los explosivos utilizados el 11-M salieron en buena parte de una mina asturiana, pero ni la UCO ni la Guardia Civil de las Comandancias de Oviedo y Gijón pudieron o supieron desentrañar la conocida como ‘trama asturiana de explosivos’, pese que habían sido alertados con un año de anterioridad.

Sin embargo, Jambrina jugaría luego un papel más clarificador en la investigación del 11-M; sobre todo, cuando se negó a destruir la famosa nota del 6 de marzo de 2003. Según se supo más tarde, el 26 de julio de 2004 el alférez Jaime Trigos (en esas fechas era uno de los controladores del confidente marroquí Rafá Zouhier, quien avisó a la UCO de que los asturianos Toro y Trashorras estaban traficando con explosivos y que disponían de 150 kilogramos de Goma 2 para vender al mejor postor), intentó destruir esa nota, que probaba que su jefe, el coronel Félix Hernando Martín, jefe por entonces de la UCO de la Guardia Civil, no había dicho la verdad en su comparecencia ante la Comisión de Investigación del 11-M del Congreso.






En esa fecha, 26 de julio de 2004, Trigos intentó convencer al comandante Jambrina, que era segundo jefe de la Comandancia de Oviedo, para que “destruyese la nota del 6 de marzo de 2003, de la que sólo obraba copia en las dos unidades”. De hecho, Trigos reconoció el 26 de enero de 2005 ante el juez Juan del Olmo y la fiscal Olga Sánchez que, efectivamente, había llamado a Jambrina, y explicó sus motivos: “Que la conversación tuvo su razón de ser por las manifestaciones que había realizado el 20 de julio de 2004 ante la Comisión de Investigación del Congreso de los Diputados D. Félix Hernando Martín, coronel jefe de la UCO, en las que se refirió a que la única nota interna que se transmitió desde la UCO a la Comandancia de Oviedo fue la del 27 de febrero de 2003”.

Pero ese mismo día, 26 de enero, y también ante Del Olmo y Sánchez, Jambrina aclaró cómo fue aquella llamada de Trigos: “Hubo una conversación con el alférez, se produce la tarde anterior al día en que iban a comparecer ante la Comisión los dos oficiales de la UCO, el alférez lo llama al móvil y le dice que si no le importaría destruir la nota del 6 de marzo, ya que sólo consta en las dos unidades”.

La respuesta del comandante al alférez, según consta en la declaración judicial del primero, fue contundente: “No la voy a destruir”. Jambrina, además, explicó al juez y la fiscal que se sintió muy molesto con el subordinado de Hernando porque “no le dio ninguna explicación para solicitar algo así”. Trigos, sin embargo, desmintió la versión de Jambrina, aunque el juez creyó más al comandante que al alférez.

Ahora bien, la principal sospecha que llevó al entonces segundo jefe de la Comandancia de Oviedo a negarse a la destrucción de la prueba que demostraba que Hernando había ocultado información a la Comisión del 11-M fue: “Me llamó la atención porque en la nota del 6 de marzo de 2003 se ponía en evidencia que había una delincuencia organizada de ámbito que supera la comunidad autónoma [se refiere a Asturias], que es ámbito de intervención de la UCO”. Es decir, que así Jambrina se salvaba a sí mismo y a las Comandancias de Gijón y de Oviedo de no haberse enterado de nada.




La Jefatura de la Comandancia de Oviedo en 2004

Como hemos señalado, Asturias está dividida en dos Comandancias territoriales, la de Oviedo y la de Gijón, mandadas cada una por un teniente coronel, bajo el mando ambas del coronel de Zona. La de Oviedo estaba mandada por Fernando Aldea Juan, quien recibía las órdenes directamente de Pedro Laguna Palacios. Debajo de Aldea se hallaba el jefe de Operaciones, comandante Jambrina, de quien dependían Información de Oviedo, por un lado, y Policía Judicial de Oviedo, por otro. El jefe de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil ovetense era el capitán Pedro Amable Marful.

La figura del capitán Marful resulta clave en este asunto por diversos motivos. Uno de ellos es que fue a él a quien se le encomendó coordinar la amplia operación sobre la prostitución que se desarrolló en los primeros meses de 2003 -la desarrolló físicamente a partir del 12 de febrero de 2003 el entonces brigada Ferreiro Palacios, jefe de un grupo de Policía Judicial a las órdenes directas de Marful y en coordinación con la Policía Nacional-. Fue una operación que se desarrolló paralelamente en el tiempo a cuando arreciaban las informaciones sobre la posible venta de explosivos.

Marful sabía de las confidencias sobre los posibles trapicheos de Suárez Trashorras y de Toro con la dinamita desde la primavera de 2002, cuando un confidente, José Ignacio Fernández Díaz, alias "Nayo", fue a verle a la sede de la Policía Judicial en Oviedo acompañado de otro confidente no conocido. A aquel primer encuentro le seguirán otros varios más.



En la primavera de 2002, “Nayo” informó a Marful sobre las presuntas actividades de Suárez Trashorras y Toro con droga y dinamita. El capitán Marful, a través de la cadena de mando, es decir, del jefe de Operaciones de la Comandancia de Oviedo, comandante Jambrina, informó al jefe de la Comandancia, teniente coronel Fernando Aldea, quien, a su vez, se lo traslada al jefe de Zona, coronel Pablo Laguna (ahora general). Como el asunto trascendía a Oviedo porque afectaba también a la Comandancia de Gijón, se decidió establecer un EDOA (equipo de delincuencia organizada y antidrogas).

Jambrina llegó a elaborar un informe pormenorizado y personal del asunto. Se sucedieron las reuniones, a las que se incorporó el jefe de la Comandancia de Gijón, teniente coronel Rodríguez Bolinaga, el de Oviedo, Fernando Aldea, y Jambrina y se llegó a decir "esto es una marfulada". Evidentemente, pasó el tiempo, el asunto no salió adelante y Marful se decepcionó de tal modo que es cuando habría solicitado ayuda -de forma personal y amigable- a la UCO.

Sea como fuere, la ayuda llega de forma providencial con una primera nota de la UCO del 27 de febrero de 2003, nota que el ahora general Laguna Palacios archivó. ¿Fue o no fue realmente archivada esa nota? Si la Comisión de Investigación del 11-M hubiera sido más diligente en este punto habría pedido los 'recibí' correspondientes: los libros de registro hubieran demostrado si la nota siguió su curso o si se detuvo en el cajón de Laguna Palacios.

Pese a todo, Marful, acompañado de un sargento fue a ver a los fiscales de Avilés, con los que se entrevista en el Mesón Ágora: se trata de los fiscales Jesús Villanueva, Belicia y Gorostiza. Pero con su actitud Marful despierta las iras de sus compañeros de los servicios de Información de Oviedo y de Gijón: los primeros, porque no hay nota informativa -es decir, que Marful no informa de sus actuaciones-; los segundos, porque está pisando en su terreno -Avilés depende de Gijón-. Y unos por otros, la casa sin barrer.

Pero, ¿por qué ese descontrol en la Guardia Civil de la Zona de Asturias? Al final todo se saldó con un sólo cese, el del teniente coronel José Antonio Rodríguez Bolinaga, jefe de la Comandancia de Gijón, y que el ahora coronel Aldea lleve años sin destino, cobrando como “disponible forzoso”.

En cambio, Jambrina sigue su ascenso imparable a general y Marful será ascendido a comandante en unos meses.

 

 

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