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De regreso a la cuesta de Moyano

De regreso a la cuesta de Moyano

martes 20 de marzo de 2007, 11:56h

Hay obras que las perdemos de vista en el tiempo, que se nos olvidan que existen. Hay plazos de terminación de obras que se renuevan y se vuelven a renovar. Pongamos por ejemplo la rehabilitación y reforma del Casón del Buen Retiro, que es en este momento la obra más antigua de Madrid y cuya referencia de cuando se inició he perdido, aunque mantengo la esperanza de que algún se acabe.

Pero quiero referirme en concreto a las obras de la Cuesta de Moyano. En el verano de 2004 se producía un aparatoso incendio en una subestación de Unión FENOSA, cerca del paseo del Prado y de la glorieta de Atocha. Pocas semanas después se decidió ubicar la nueva subestación en el subsuelo de la Cuesta de Moyano. El inicio de las obras trajo como consecuencia el traslado de las casetas de los libreros al paseo del Prado, junto a las verjas del Jardín Botánico.

Se pensaba que esta ubicación transitoria iba a durar algo más de seis meses, un año en el peor de los casos. Pero las obras de la subestación, en la Cuesta de Moyano, se fueron alargando y alargando y están a punto de cumplir tres años. La previsión era de un año, pero se ha triplicado, sin que se hayan dado explicaciones. Eso sí, el Ayuntamiento ha llegado a la conclusión de que la Cuesta de Moyano se convierta en peatonal, que no vuelvan a circular los coches por ella, que no se restablezca la circulación en esta vía que permitía descongestionar Atocha y el paseo del Prado a través de una salida hacia Alfonso XII.

     Los libreros volverán a su estancia natural de la Cuesta de Moyano el próximo 9 de abril, si es que no hay retrasos de última hora. Vuelven a ese paseo sosegado, camino del Retiro, donde se escribieron tantos episodios curiosos e históricos, donde tantos bohemios, literatos, intelectuales y curiosos escrutaron entre montones de libros viejos el ejemplar perdido en el tiempo, la edición rara, el volumen de ocasión; espacio donde se han ido oreando viejos textos perfumados de ranciedad, cautivos por la noche en casetas de madera, y liberados por la mañana al aire del paseo reposado, camino del Retiro y de sus cuentos.

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