Una nueva etapa con grandes retos para gobernar

Los resultados de las elecciones de ayer confirmaron, en el caso de la Presidencia de la República, las previsiones de las encuestas: el holgado triunfo de Rafael Correa sin la necesidad de definir la elección en una segunda vuelta. Varias diferencias caracterizan esta victoria en relación con la anterior, de 2006. Primera, Correa fue elegido esta vez en la primera vuelta y bajo las nuevas reglas previstas en la Constitución aprobada por la mayoría oficialista en Montecristi y en cuya elaboración tuvo un papel determinante el propio Gobierno. Esta vez, al iniciar su mandato para los próximos cuatro años, a diferencia de la anterior de 2006, deberá jurar respetar la Constitución que resume la concepción del cambio político institucional del mandatario y su movimiento político.

Entra el presidente a gobernar con el marco institucional y nuevas reglas para concretar el cambio. Con los dos años anteriores ha terminado una suerte de período de transición y de plazo concedido por la ciudadanía al Gobierno en espera de aquellas transformaciones institucionales y de conducta política a las cuales aspira la mayoría de ecuatorianos. Ahora comienza una etapa en la que la ciudadanía exigirá resultados.

Segunda: aunque todavía tiene que terminar de definirse la distribución final de escaños en el Congreso, al parecer habrá una representación política más dispersa y no contará el oficialismo con igual mayoría abrumadora con la que contó en la Constituyente y el organismo legislativo derivado de ella, el congresillo.

Tercera: entra a gobernar en período de vacas flacas, cuando en los más de dos años precedentes, con ingresos con los que no ha contado Gobierno anterior alguno por los altos precios del petróleo, el actual Gobierno desarrolló una expansiva política de gasto público. Ahora cuenta con un Presupuesto deficitario, y una economía que, según el FMI, decrecerá a un -2% en 2009. Los retos son, pues, muy grandes.

Opinión de diario HOY