www.diariocritico.com
Bienvenida al club, Madama Jacqueline

Bienvenida al club, Madama Jacqueline

martes 28 de abril de 2009, 00:13h

Madama la gobernadora de Caracas entra en la zona de (in)tolerancia

El siglo veinte ha conocido no sólo la extensión de los derechos de la mujer, sino su estima como ser autónomo y no como apéndice (o "costilla") del hombre. Que eso sea todavía cosa de una minoría de la población mundial, no debe descorazonarla, sino verlo en una perspectiva histórica: en el siglo XX se ha producido la revolución social más importante en América Latina (una revolución silenciosa, pese al estereotipo de "mujer parlera"): la invasión de la calle por la mujer.

Hoy por hoy, en nuestro país al menos, si no es inhabitual, es bastante mal visto que alguien se queje de que en la dirección de un ente público o privado se haya preferido una mujer a un hombre; y que atribuya esa "injusticia" menos al cerebro creador que a la petite vertu de la ganadora.

La expulsión de la mujer Cierto, no es que todo sea miel sobre hojuelas: para comenzar, es tradicional la expulsión de la mujer de la historia. El ejemplo clásico en nuestro país es el de Manuelita Sáez, glorificada como "Libertadora" no por provocar insomnios en las aterrorizadas noche de los realistas ecuatorianos con sus trabajos conspirativos, sino por alegrar las locas noches de Simón Bolívar.

Por otra parte, y esto no es exclusividad venezolana, el cuartel es el refugio tradicional de la misoginia. Al peor producto de esos recintos, los franceses suelen llamarlo, palabra intraducible, soudard. Sobre el cual escribíamos en una ocasión que es muy bruto, no en el sentido de ignorantón que se le da a esta palabra en nuestro país, sino en otros mucho peores. El tono burdelesco empleado por el Héroe del Museo Militar para referirse a la señora Condolezza Rice en alguna controversia política, nos hacía rematar aquella caracterización diciendo que el soudard es de una ordinariez que no en vano se llama "cuartelaria".

Darle su buena ración Para el cual una mujer nunca es otra cosa que carne de burdel; a la cual sólo se dirige diciéndole o sugiriéndole que si se atreve a criticarlo, es porque le hace falta que "le den lo suyo". Nuestro arquetípico soudard criollo la invitaba, de la forma más soez posible, a que se le acercase para despacharle una buena ración de eso; para luego desecharla por fea (porque para él toda negra es por necesidad fea) y por iletrada (porque para él toda mujer lo es, fuera de las "labores propias de su sexo"); diciendo luego que ni por amor a la patria "se lo haría"; y ofreciéndosela en cambio en guisa de botín a su soldadesca.

Es dentro del marco de esta concepción de la mujer sólo (o en primer lugar) como objeto del amor ancilar, que debe considerarse el regalo (petit cadeau) dado en Caracas a la señora Faría con el cargo que le acaba de crear el adiposo coro de castrati aposentado en la maison close sita de Bolsa a San Francisco. Porque, como sus congéneres a la cabeza de los otrora poderes del Estado, ella no ha sido nombrada por sus méritos, sino por ser mujer.

Misógino y racista Y ya hemos visto lo que eso significa en la mentalidad del teniente coronel& Y también en la de quien, como ella, pone por encima de la potencia viril del voto popular, el sucedáneo dedo del amo de la casa: "¡Viban las caenas&!".

También advertíamos en la diatriba de nuestro criollo soudard la idea de que además de ser ignorante por ser mujer, la señora Rice era fea por ser negra. En el fondo, pese a dragonear a cada rato de lo contrario, quien así habla es un ser profundamente racista, además de no menos profundamente misógino. Por eso, ha tratado al Presidente Obama de "ignorante" (omitiendo sus méritos académicos); le regaló un libro (porque un libro sirve para amueblar una inteligencia, así su contenido no amueble nada); y le designa un embajador atendiendo menos a sus méritos como diplomáticos que a su declarado racismo (que no por serlo al revés deja de serlo). El llamarlo racista tiene como base una declaración dada por el Embajador Roy Chaderton a raíz de la San Bartolomé de trabajadores desatada por el Héroe del Museo Militar en Pdvsa.

"Ni un negrito" El hoy futuro embajador en los Estados Unidos justificó la degollina basándose no en criterios políticos sino en sus preferencias personalísimas, en lo racial y en lo etario. Para Chaderton, la antigua Pdvsa se merecía lo que le estaba sucediendo porque (se supone que después de una exhaustiva averiguación personal) no había descubierto prácticamente "ni un negrito" en su dirección. Al nombrarlo Embajador en Estados Unidos su jefe cree "estársela comiendo" al premiar a su obsecuente vasallo poniéndolo a vivir en la vecindad de uno de esos "negritos", el Presidente Obama; y además en una capital donde sus congéneres (los de Obama: estamos hablando de Washington DC, no de San Francisco) son abrumadora mayoría.

Nuestro mandamás no sólo da muestra así ser de un profundo racismo, sino de que, además, sus simpatías en EEUU no van hacia las ideas de los liberals sino hacia las acciones de la más rancia derecha. Porque está actuando como se solía hacer cuando sólo había un negro en el Departamento de Estado de EEUU, el embajador Ralph Bunche.

El Presidente Eisenhower lo invitó para acompañarle a cenar con Haile Selaisse, a quien creía halagar mostrándole un congénere suyo, pero el Emperador de Etiopía se sintió insultado, porque los etíopes no se consideran negros. De igual manera podría sentirse el Presidente Obama frente a un embajador que lo vea no como el mandatario de un gran país democrático y poderoso, sino en primer lugar como "un negrito".

PD: El mojigato duendecillo del taller hizo de las suyas, recortando la última palabra de mi artículo anterior. Cuando quiero decir algo, lo digo, no lo escondo tras tontas hojas de parra.

[email protected]

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios