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Manuel Guedán

Desde Madrid: Marzo sangriento

Desde Madrid: Marzo sangriento

jueves 22 de marzo de 2007, 01:10h
Han pasado tres años y, sin embargo, el atentado de Atocha sigue presente en la memoria de los madrileños. Nadie olvida dónde estaba o qué hacía la mañana de aquel 11 de marzo, minutos después de que Al Qaeda hiciera estallar sus bombas en uno de los trenes que hacían el recorrido habitual Alcalá de Henares-estación de Atocha de Madrid.

Sobre las siete y media de la mañana los medios de comunicación interrumpían sus emisiones para dar cuenta de la espantosa masacre, la peor de la historia del terrorismo español y tal vez del europeo. El desconcierto era total. ¿Quién era autor del dantesco atentado? ¿Cuánta gente había herida o muerta? ¿Cómo se había llevado a cabo tamaña masacre?. La gente, paralizada por el horror, no sabía dar respuesta a esas preguntas. Sin embargo, el gobierno de Partido Popular tuvo enseguida una respuesta: La culpable era ETA.

Yo me encontraba en Washington para asistir a una reunión con los Defensores del Pueblo latinoamericanos, cuando una llamada desde Madrid, me despertó a las cuatro de la madrugada para que la primera noticia no me la diera un informativo, en el que no iba a saber si algunos de los míos –mi hijo, mi mujer y yo tomábamos todos los día ese tren- estaba herido y muerto. El trayecto Alcalá-Madrid, además de los cientos de miles de trabajadores, lo hacen numerosos estudiantes y profesores de la Universidad de Alcalá, alumnos y compañeros míos, por tanto.

Mi familia se encontraba bien, pero recuerdo la angustia y la impotencia que me produjo la noticia. Y la incertidumbre ante las contradicciones que estábamos viviendo. En España el ministro del Interior y el portavoz del Gobierno señalaban a ETA y los informativos norteamericanos no dudaban en afirmar que los autores eran terroristas islámicos, en un macabro acto de venganza por la participación de las tropas españolas en la guerra de Irak.

Hablé con los diplomáticos españoles en Washington y uno de ellos me dijo que cuando Bush fue a la Embajada española a firmar en el libro oficial de condolencias, había dicho a un reducido grupo que él no tenía duda: había sido Al Qaeda. Las Embajadas españolas, sin embargo, habían recibido la orden de la ministra de Asuntos Exteriores de divulgar que había sido ETA la autora del atentado.

Poco a poco se fue descubriendo la verdad. El calculo del Gobierno de Aznar era el siguiente: si mantenemos la mentira cuatro días, hasta después de las elecciones generales, ganamos. Si se descubre que ha sido Al Qaeda, el PSOE puede capitalizar el creciente descontento por la intervención española en Irak y por el atentado y ganar las elecciones.

Pero la derecha española gobernante hizo un mal cálculo: las noticias, en un mundo globalizado, vuelan y la mentira se descubrió enseguida. Miles de madrileños salieron espontáneamente a la calle, convocándose unos a otros a través del celular y de Internet, para increpar al Gobierno.

El domingo, día 14, tres días después del sangriento atentado, los españoles castigaron la mentira en las urnas. Fue una jornada emotiva. Los jóvenes se movilizaron como nunca lo habían hecho. Los españoles votaron al PSOE y a su líder Rodríguez Zapatero, que había prometido retirar las tropas españolas de Irak, y votaron también a favor de la democracia y contra los políticos que les habían mentido.
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